Chapitre treinte

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30 Juillet, 1925
France

Mis manos estaban temblando y sudando como nunca antes. Me encontraba parada frente a la puerta del Chateâu Langlais, esperando a que me abrieran la puerta. No fueron más que unos segundos los que tardó el ama de llaves en abrir, pero a mí se me hicieron eternos. La mujer me sonrió, dándome la bienvenida, sin embargo ni siquiera oí lo que decía.

¿Está Liam aquí? – pregunté en un murmullo.

Me temo que no, salió temprano esta mañana hacia la Iglesia. El Padre Belcher le llamó diciendo que necesitaba hablar urgentemente con él.

¿Qué? – susurré, horrorizada – ¿E-el padre Belcher?

Sí, así es. ¿Está usted bien, señorita Labelle? Está muy pálida. ¿Quiere que le traiga agua?

N-no... debo ir a ver a Liam. Gracias...

Sintiendo que me faltaba el aire me puse casi a correr hacia la Iglesia. Una vez llegué allí, estaba sin aliento. Subí los escalones que llevaban a la entrada y abrí las puertas para correr por el pasillo que llevaba al altar. Sin embargo el lugar estaba vacío.

¿¡Liam!? – grité, desesperada por encontrar a mi prometido – ¿¡Liam, dónde estás!?

¿Chloé? – escuché su voz viniendo de lejos, del piso de arriba – ¿Chloé, eres tú?

Corrí hacia las escaleras que llevaban a la segunda planta de la Iglesia, pero antes de poder empezar a subirlas, Liam había bajado. Me abalancé sobre sus brazos, abrazándole con tanta fuerza como pude. Él, sin dudarlo, me abrazó de vuelta, meciéndome suavemente como la suave brisa de verano mece a las hojas de los árboles más altos. Yo apoyé mi rostro en su torso, sintiendo que iba a romper a llorar.

¿Ya has oído lo que ha pasado?

N-no... ¿qué ha pasado?

El Padre Belcher me llamó esta mañana, temprano. El Padre Poiré está muy enfermo.

¿Qué?

Está en su cuarto, he llamado a un médico para que le examine. Sé lo importante que el Padre Poiré es para ti... estoy haciendo lo que puedo por su recuperación. Harry al parecer ha tenido que marcharse de vuelta a Inglaterra por asuntos personales, por lo que Poiré está aquí solo.

Oh no... ¿qué le pasa? ¿Qué tiene? ¿Cuán grave es?

Aún no lo sé, petite. El doctor está examinándole ahora. ¿Quieres venir arriba y esperar junto a mí a ver cuál es el diagnóstico?

Sí, por favor.

Vamos.

Liam enlazó sus dedos con los míos y me llevó escaleras arriba. Yo estaba intentando procesar toda la información que había recibido en los últimos cinco minutos: el Padre Poiré, la persona que me había enderezado la vida y el que me hizo no terminarlo todo, estaba realmente enfermo; Liam no sabía nada de lo que había pasado con Harry, y éste último se había marchado de París, por lo que no iba a volver a molestarme, ni a entrometerse en mi vida. Mi mente no seguiría jugando conmigo. Harry no seguiría jugando conmigo. Se había acabado.

Liam y yo llegamos a la planta superior de la iglesia. El pasillo estaba bien iluminado gracias a las grandes ventanas. Él me condujo hacia la puerta que había al final del pasillo. Una vez la abrió, vi a el Padre Poiré estirado en su cama, siendo examinado por un doctor. El clérigo estaba realmente pálido, su cuerpo estaba temblando, sus labios se confundían con el resto de su rostro, sus ojeras estaban muy marcadas y sus ojos apenas abiertos.

Sinful loveWhere stories live. Discover now