Capitulo 15. Secretos, dudas y promesas

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   - Claro...oye Leya...¿Te dolió cuando tuviste ese otro hijo? Puedes negarte a responder, se que es incómodo y soy una idiota...

Esta rió y la miró con ternura.

   - Por supuesto que dolió para ser feliz hay que sufrir, me dolió mucho, fue el peor dolor que he sentido en mi vida, y puede que solo estuviésemos juntos un par de minutos, pero ese par fueron los más felices de mi vida.

Scarlet tragó saliva y se sorbió la nariz, necesitaba desahogarse con alguien y ella era la más cercana.

   - Dices que ser madre es lo más feliz que puede haber, pero...¿Y si no eres la persona idónea para ser madre? -exclamó con la voz ahogada, ese era un de sus terribles temores.

La pelirroja la entendía, incluso siendo normal había oído su famosa historia, tenía miedo por ser madre, después de que ella no hubiese tenido infancia. La miro y la vio agazapada sobre si misma apoyando su barbilla en sus rodillas y con los brazos abrazados a estas.

   - Creo que se equivoca.

Los ojos verdes de Scarlet se clavaron en ella, intrigados:

   - ¿En qué me equivoco? Cathleya.

   - Si quiere mi opinión, usted va a ser una gran madre.

Scarlet soltó una carcajada seca y llena de burla, aquello era un chiste, ella era incapaz de hacer feliz a un ser humano y menos a uno que llevase su propia sangre, era una de sus muchas maldiciones.

   - Eso es ridículo.

   - ¡No lo es!

Ambas chicas se giraron y vieron con asombro como entraba Levin con un cesto de frutas frescas, tenía las orejas rojas al igual que sus mejillas.

Con paso veloz dejo la fruta en la mesa de café y tomo asiento al lado de Cathleya, se cruzó de brazos y miró a Scarlet a los ojos.

   - Cuando venías a la guardería tratabas muy bien a los niños y niñas, parecía que no te importase de donde venían, que habían hecho o que les habían hecho, les tratabas como si fuesen niños y como si fuesen tus hijos o hermanos pequeños. Los tratabas como había que tratarlos, como a niños.

Se quedó anonadada, aún le seguía sorprendiendo que un niño de ocho años la regañase y hablase como un adulto, sonrió, porque en aquellos aspectos le recordó a ella misma, entonces se imagino en un futuro a un niño o una niña regañándola a ella por no haberle comprado el juguete que quería, volvió a sonreír, le gustaría ver aquello, le gustaría formar una familia, algo que nunca llego a tener del todo.

   - Vale que digas esas cosas, pero yo...después del crimen que cometí no soy capaz...alguien tan horrible como yo no se merece ser feliz, este bebé no merece tener una madre tan horrible...

   - ¡No!

Scarlet volvió a levantar la mirada con los ojos brillantes, gotas de sudor surcaban su fina frente pecosa, entreabrió los labios y parpadeo varias veces, ante ella estaba Cathleya con una mirada desesperada, su larga melena pelirroja se desordenó.

   - Alguien que ayuda a una pobre chica Normal asustada repudiada por todos lo que le rodean, y que se jugo su propia vida no es alguien horrible, no haga caso de lo va diciendo la gente, no crea en ello, usted es diferente, alguien a quien recordarán, una persona buena con un corazón de oro.

Aquellas palabras le conmovieron con profundidad, pocas personas le decían aquello y eso la ponía la mar de feliz, comenzó a creer que aquello de que podría ser buena madre sería cierto, puede que tuviese experiencia nula, pero aprendería como todas las madres primerizas.

Crónicas Elementales 3: Viento Diamantino. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]Where stories live. Discover now