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❝Unidos antes de tener atado el hilo del destino y enamorados antes de la creación de las flechas de Cupido❞.
↳ [ El Dios del Destino y el Dios del Amor, tienen una trágica historia amorosa que traspasa la humanidad y divinidad.] ↲...
❝Unidos antes de tener atado el hilo del destino y enamorados antes de la creación de las flechas de Cupido❞.
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❝Tus cenizas harán que nunca te olvide y formes parte de mi❞ .
El largo de su rubio cabello ondulado se deslizó sobre el costado de su hombro, al caer sutilmente acarició la mejilla prendida en rubor debajo suyo. Sintiendo con intenso apogeo el deslizar sobre las ropas abandonadas de aquel pasional cuerpo protegido entre sus brazos apoyados. Atrapado en la esencia siempre fuerte y dulce de su amante, asió el cuello vulnerable para directamente inhalar el aroma que hace vitorear alocadamente su guerrero corazón.
—Taehyung... —el murmullo sonó discreto, correcto para la situación en que nuevamente se veían envueltos.
Pero no podían evitarlo, su único pecado fue nacer en clanes enemigos. Cuando vestían sus armaduras con claros distintivos y portaban con devoción el peso de sus espadas, jurando por sus nombres que lucharán por los intereses de sus líderes; ignorando el lúgubre estado de sus propios deseos enterrados, rezándole contradictoriamente a los dioses por la seguridad del otro. Después de las inestables luchas recorrían alrededor del bosque en busca de la cabaña que construyeron con osadía. ¿Cómo permanecer separados? Sólo ellos sabían la alegría que los recorría al verse en vida una vez más.
Entonces se unían, se unían con el fin de olvidar los mandatos ajenos y dar rienda suelta a la ilusión de un amor puro y estremecedor. La rebeldía pintando la relación prohibida que nacía en las telas testigas que censuraban lo desnudo—. Amor mío —terminó de decir casi sin aliento.
Lentamente, Taehyung besaba al chico que jadeaba contra el retorcer que le provocaba la caliente humedad establecida en su boca. Apretando apreciativo cada tramo cremoso de los muslos aferrados a los costados de su cadera.
—Jungkook, dulce cielo, aún estás a tiempo... —Un grácil dedo detuvo la premura de su suplicio; los oscuros orbes que tanto ama admirar lo miraban con tal afecto que simplemente quería llorar ante la impotencia de su ruego no escuchado.
