Momo comenzó a comer en silencio, estaba comiendo con coraje, la velocidad con la que masticaba no le permitió ver cuando había terminado. Sus mejillas continuaban moviéndose, su ceño y nariz fruncidas. La abuela la miraba y ella estaba supuestamente concentrada en la televisión, pequeñas lágrimas corrían por su cara.—No sé que siento.

Ella sobó su espalda, Momo poco a poco dejaba de llorar, ahora había comenzado un noticiero.—Amo a Mina, y me odio por siempre buscar la manera para que a ella no le quepa nunca duda de lo nuestro. Y yo, no sé qué más hacer, ¿qué tal si la que tiene dudas realmente soy yo? ¿Y si estoy haciendo algo mal? No entiendo porque debería ser eso, si yo, me siento increíblemente bien con ella...

—Vamos, Momoring, a éstas alturas ya sabes lo que sucede. Dilemas habrán muchos en tu vida, donde debes elegir a la persona que deberás lastimar, lo que debes de arriesgar, si debes ser tú quien se aleja, y para que así tu mente entre en conflicto, probando si realmente puedes solucionarlo.

—Odio que la vida se complique cada vez más.

—Así funciona, Momoring.

Su cabeza dolía, los nervios que sentía le provocaban hambre, a pesar de haber terminado de comer recientemente.

Momo no tuvo la infancia más cómoda del mundo, sin embargo cada día estuvo acompañado de una sonrisa, sin importar qué la ocasionara, siempre trataba de ver el lado positivo de cualquier situación, pensaba que todo podría ser peor de lo que ya era; pero ahora, era raro, se sentía fatal, su energía era menor, pesaban sus pasos, sentía un gran vacío que recorría desde su garganta hasta su pecho, y le desesperaba no saber con qué llenarlo. Su propia incertidumbre la consumía a una velocidad poco constante, obligándola a navegar a la deriva aunque lo único que quiere es recuperar el control, aunque fuese el control de su mente.

Sin importar que su corazón se deslizara entre los finos dedos de dos personas.

Se sentía cansada, como si caminara el mismo camino de siempre, de su mente a su alma, una y otra vez. ¿Cuándo llegaría al final? Creía que aquella caminata tenía una infinidad de combinaciones de rumbos diferentes, y aún así todos llegaban a Nayeon. ¿Por qué la distancia era inmensa? Sería más fácil llegar a la misma alma antes que a ella, pero Momo aún no lograba descifrarlo.

—Todo esto es horrible, sólo quiero dormir y no volver a despertar—sin mucho cuidado, recostó su cabeza en el regazo de la anciana, ella comenzó a acariciar su cabello.

—Ay Momo, eso es lo menos que quieres. Tienes tanto por vivir, tantas cosas que ver, tanto por experimentar.

—No me interesa saber, debe ser lindo, pero no gracias.

—Niña tonta, hay todo un mundo aún por explorar, no te decepciones tan pronto.

—¿Cómo cuál sería una razón para no sentirme completamente insatisfecha de ésta gratificante experiencia de vivir?

—Bueno...no has probado toda la comida del mundo.

—Buen punto.

—No has visto las películas más icónicas de la historia, no has escalado el Everest, no te has emborrachado o eso quiero creer, no has bailado en un escenario, no has conocido a alguno de tus amores más sinceros, no has visto una aurora boreal, no has ido al espacio.

—Tampoco ha hecho esas cosas.

—Yo ya no tengo tiempo, pero tú sí, me gustaría que tomarás esas oportunidades por mí, Momoring, porque eres joven, tienes el tiempo en tus manos.

—¿Nunca conoció a su amor más sincero y nunca se emborrachó?

—Sí—la mayor soltó una pequeña risa.—Sí a las dos.

A dos cuadras.Where stories live. Discover now