CAPÍTULO 16: Quiero que seas feliz

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Noah

—Brenda —la llama don Felipe, pero ella continúa ensimismada.

¿Por qué las cosas deben ser así? Por mi culpa ya no puede disfrutar ni de un almuerzo en familia.

Cuando yo vivía con los Herrera Brenda Caterina era siempre la que más elogiaba las comidas de doña Luisa. Decía que por más que se esmerara en la preparación de cualquier platillo jamás conseguiría sacar tal sazón.

Entonces los niños empezaban a decir qué cosas le salían mejor a Brenda y cuáles a doña Luisa, debatiendo siempre.

—Brenda, cielo —insiste don Felipe, inclinando un poco más su cabeza en dirección a ella.

—¿Sí, padre? —pregunta Brenda Caterina levantando la mirada hacia su padre, un poco sobresaltada—. Discúlpeme, por favor, andaba un poco distraída.

—Tranquila. Apenas probaste bocado alguno, hija mía.

—Debes comer, cariño —secunda doña Luisa.

—Lo siento, apenas y... me percaté —dice ella en un suave, pero triste murmullo—. Te quedó riquísimo mamá —le sonríe débilmente, dirigiendo la mirada unos momentos hacia ella y luego regresándola a su plato, animándose a comer.

En ningún momento dirigió su mirada hacia mí, la mantuvo en su platillo, de vez en cuando dirigiéndosela a sus padres. El ambiente estuvo algo tenso, mas las charlas triviales entre la familia no aminoraron mucho.

Al fin todos terminamos de comer, agradecemos entre sí y nos levantamos. Brenda y doña Luisa comienzan a recoger los platos y demás utensilios de la mesa.

—¿Puedo ayudarlas? —les pregunta Daniel.

—Claro ven —respondió doña Luisa—. Llévate estos —le indica alcanzándole dos platos.

—¿Yo también puedo? —pregunta Mía en una tierna vocecilla.

—¿Y yo? —dijo Dieguín extendiendo sus pequeños brazos.

—Bueno —accede doña Luisa—, ustedes lleven los cubiertos. Pero nada de corretear, ¿eh? —les advierte y entonces los intercepto.

—Le quedó muy exquisito doña Luisa. Como siempre —le sonrío.

—Me alegra mucho que te haya gustado.

—La cuestión es que cada día se supera aún más —dice don Felipe.

—Oh, me harás sonrojar esposo mío —doña Luisa baja la mirada, sonriendo.

—Mucho más —don Felipe se acerca a su esposa y la toma por la cintura—. Tu sazón es único, pero increíblemente, cada día sabe mejor que el anterior. —Poco a poco se van acercando para darse un beso, pero son interrumpidos.

 —Vomitaré arcoiris —dice Dieguín haciendo una mueca.

—No seas aguafiestas, si eso estuvo muy romántico —alega Mía con ojitos soñadores.

—Más respeto para con sus padres jovencito —lo regaña su madre.

—Lo siento —se disculpa el niño.

—Doña Luisa —decido interceptarla. Es ahora o nunca.

Necesito arreglar las cosas con Brenda Caterina. Quiero, deseo con todo mi corazón que ella vuelva a sonreír. No soporto verla así de abatida, no cuando ella era una chica que esparcía alegría por doquier. No puedo permitir que continúe así.

—¿Sí, muchacho? —fija su atención en mí.

—Aprovechando la ayuda que le darán Mía y Dieguín, ¿puedo llevarme unos momentos a Brenda para hablar? —tras mis palabras noto como el ambiente se torna tenso y veo como Brenda Caterina dirige su mirada directamente hacia mí, parpadeando sorprendida.

¿Quién fui? #EndlessAwards2019Where stories live. Discover now