CAPÍTULO 5: En shock

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Diez minutos antes

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Diez minutos antes

Brooklyn

Hoy me pedí auto permiso para faltar al trabajo, pues no necesito pedírselo a nadie más y no creo que alguien me extrañe o mi presencia sea primordial para hoy. Es mentira eso que dicen de que el trabajo te distrae y relaja, ¡el trabajo estresa! ¡Y mucho! Y más en ese ambiente que tanto me recuerda a Noah, a sus besos, a sus caricias, a su…

¡Basta, Brooklyn!

Salí a pasear con mi auto justamente para no pensar, para despejar mi estúpida cabeza.

¡Menuda mierda, joder, que no lo consigo! Golpeo el volante con frustración e histeria. Debo calmarme, ¡pero no puedo! Dejar de pensar en Noah es imposible… Y ahí voy recordando otra vez:

Flashback

Aquel lunes por la tarde fui junto a mi asistonto a oficinas de «El Álamo del Líbano S.R.L.» La verdad estaba yendo por curiosidad, quería invertir en algún lugar para simplemente hacer crecer un poco más mi dinero, y esa empresa era una de las tantas opciones que tenía. Había asistido ya a unas dos antes que esta y la verdad no me parecieron convincentes, los socios parecían más muebles parlantes robóticos y programados que otra cosa. A ver qué tal me iba con El Álamo tantos tantos.

Tenía esperanzas de hallar ahí potencial, y a la vez me esperaba otra aburrida y tediosa reunión donde los socios podrían parecer políticos o pacientes anestesiados.

Aunque ni por un instante se me pasó por la cabeza que el tan solo hecho de asistir a aquella junta de posibles futuros socios cambiaría por completo mi vida. ¿Quién lo hubiera dicho?

Al llegar le dije a la secretaria que estaba afuera de la puerta mi nombre y el rango de Smith, que no era necesario que me anunciara puesto que ellos ya conocían sobre mi llegada. Ella me sonrió y me dijo que ya sabía, que le habían dicho que la única interrupción que recibirían sería la mía y que pasara sin problemas.

Entonces fui y llamé a la puerta mientras me daba unos últimos retoques al vestido y cabello.

—Usted se ve perfecta, licenciada, me fasci… digo, se ve perfecta.

—Shhhh, cállate Smith. Si eso ya lo sé —susurré, y estando en eso me abrió una mujer que parecía también ser otra asistonta, pero con una expresión frígida como tal cual Hitler. De contextura gruesa, con rulos negros y una ridícula cinta blanca con puntos negros sobre su cabello.

Nos miraba como si intentara intimidarnos o algo así.

—Pasen —ella tensó la mandíbula y se hizo a un lado. Antipática. Aunque bien el patético de mi asistarado se quedó embobado mirándola, sonrojado. Lo codeé disimuladamente para que saliera de su ensoñación y estuviese atento a cualquier cosa.

¿Quién fui? #EndlessAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora