UN TRATO; Cerremos mentiras [F]

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El peliengro no se pudo concentrar en toda la mañana pensando en lo que ocurriría aquel día por la tarde.

Había aceptado el trato que el rubio le había presentado en bandeja de oro el otro día, pero no se encontraba lo suficientemente seguro como para confiar en aquella persona que sin siquiera conocerlo, ya le había propuesto riquezas de grandes magnitudes, o tal vez el simple hecho de haber hecho aquella propuesta sin vergüenza alguna era lo que lo hacia desconfiar a grandes escalas de él, o tal vez simplemente eran los nervios del momento.

Veía pasar lentamente los minutos en aquel gran reloj que colgaba en la pared de la cafetería, solo esperando el momento justo para ver al rubio nuevamente cruzar aquella puerta.

-Fred, tengo hambre- llamó su atención el castaño, quien desde hace un buen rato veía las ansias de el pelinegro saliendo de sus ojos

-Eh, si, voy a prepararte algo, ya vuelvo- Fred entró a la cocina y trató de tranquilizarse, sentía su pulso latir a una gran velocidad.

Sin pensarlo mucho, sacó los ingredientes para prepararle un emparedado al menor, después de todo, era lo más barato que había en el menú de la cafetería que, a pesar de no ser de lujo, tenía unos precios un poco altos a comparación de un establecimiento del mismo nivel de esta.

Fred colocó todo en la bandeja y se dispuso a salir, no sin antes mirarse al espejo que por alguna extraña razón se encontraba a lado de la puerta de la cocina, sin duda era algo que había colocado la dueña por algún capricho o por alguna razón que en estos momentos el pelinegro desconocía.

Este se acomodó el uniforme y la coleta que sostenía todo su cabello, salió del lugar y se dirigió a la mesa en la que se encontraba su hermano.

Poco a poco comenzó a caminar lentamente y un tanto extrañado, ya que desde donde se encontraba podía distinguir a una persona sentada en frente del castaño, alguien que no podía diferenciar.

Este estaba extrañado, Fred sabía que su hermano no hablaría con un desconocido por ningún motivo, estaba seguro de que le había dejado completamente en claro lo peligroso y riesgoso que podría ser para este esa clase de acciones.

Tomó un fuerte bocado de aire y, con paso seguro, se dirigió al castaño, quien tenía sus ojos puestos en sus libreta.

-entonces, ¿X es igual a 12 y Y es 7? ¿es así?- preguntó el castaño algo dudoso

-si, exactamente, bien hecho- contestó el contrario, Freddy dio una gran sonrisa y volvió a clavar sus ojos en la libreta.

Fred estaba un tanto confundido, pero a pesar de eso, colocó la charola en la mesa fijando la mirada en sus hermano.

-¿que estas haciendo enano?- preguntó este mientras fruncía el ceño

-nada, tu amigo me estaba explicando un problema que no entendía- Freddy miró al contrario con una sonrisa y Fred siguió su acción.

Al darse cuenta de que no era nada más y nada menos que el rubio que estaba esperando desde hace ratos se aclaró la garganta y se dirigió nuevamente a su hermano.

-Freddy, vete a sentar a otra mesa, mi amigo y yo tenemos que discutir ciertas cosas- Freddy solo asintió, tomó la charola y se dirigió a una mesa que se encontraba completamente vacía.

Fred tomó aire y con seguridad se sentó frente al rubio que, como siempre, tenía una mirada seria y confusa.

-Se parecen mucho tu y tu hermano- soltó el rubio, Fred se aclaró la garganta

-gracias, pero no viniste para que habláramos de mi hermano- Gold se acomodó en el asiento

-siendo sinceros, no me sorprendió para nada tu llamada el día de ayer, tal vez solo la hora, tardaste tanto que estaba considerando conseguir a alguien más- soltó este sin dejar de mirar el molesto gesto del pelinegro.

Todo menos TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora