Fin... al

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Exhaló. La oscuridad se cernía frente a sí, la madrugada y el cielo nublado se habían confabulado a su favor. Nadie le veía, ni tampoco veía a nadie. Sólo una oscuridad envolvente y las criaturas nocturnas conocían sus intenciones, además de él mismo. Por primera vez en mucho tiempo se sentía aliviado, solo, independiente... Tranquilo.

Inhaló. Una de sus manos jugueteaba con el anillo en la otra. El único enlace palpable, aparte de su gemelo en la mano helada de su conyugue, de aquel matrimonio maldito. Se lo quitó y lo sostuvo sobre su palma abierta un largo rato. Ya no quedaban contratos, papeles, fotos, recuerdos, ni cuerpos. Ya nada lo ligaba a aquella mujer... Excepto aquel eslabón de metal en su mano.

Exhaló. Sólo debía hacerlo desaparecer. Entonces, sería libre. Sólo debía borrarlo, sepultarlo, enviarlo a las profundidades donde nadie lo encontrara... Eso le otorgaría la libertad.

Inhaló una vez más. Sus dedos se cerraron sobre la joya, estiró la mano por sobre el borde del muelle y, con un rápido movimiento, la soltó. Creyó ver un leve destello en el aire antes de escuchar una salpicadura. Posiblemente su mente le jugaba una mala pasada; pero, por un instante, recordó la mirada de ira y sorpresa de su ex-esposa desvanecerse ante sus ojos por las turbias aguas.

Exhaló. El remordimiento ligado a esa alianza, opacado rápidamente por el rencor, le sacaron el aliento de golpe. Sintió su peso durante unos segundos y luego, como había hecho con todo lo demás, sólo lo eliminó. Ya no era un esclavo, se había soltado... Por fin.

Tantos locos -Cuentos cortos-Where stories live. Discover now