—Si es una chica inteligente, no le importará.

—Eso esperemos. —Suspiré con pesadumbre y entonces sacudí la cabeza poniéndome de pie—. Ahora creo que es hora de volver a casa.

Me acerqué para abrazarla y ella besó mi mejilla.

—Cuídate mucho, Dean —pidió una vez que me soltó—. Y no lo olvides, no debes de confiarte.

Asentí e hice una mueca. No debía recordarme que el tiempo corría en mi contra, yo era más que consciente de ello.

—Créeme, Maggy, no es fácil olvidarlo. —Le di una sonrisa tensa y entonces salí de la habitación.

Caminé con paso lento pensando en todo lo que aquella mujer me había dicho. Un momento me hacía sentir mal, al siguiente muy bien y dos segundos después me volvía a hacer sentir como basura.

Pasé mi mano por mi cabello al llegar a la sala de espera, pero no encontré a Sam, por lo que tomé asiento. Era probable que hubiera ido al baño o a la máquina expendedora por algo de comer. Maggy había tomado un poco más del tiempo necesario platicando conmigo y ahora mismo yo también moría de hambre.

Recargué mi cabeza sobre mis manos mientras seguía pensando en las palabras de la enfermera. Ella tenía toda la razón. No debía confiarme, pero eso no significaba que debía vivir mi vida con miedo, sin disfrutarla.

Lo que yo quería era vivir una vida normal sin hacerme un mártir. Quería que la gente me conociera por ser Dean, un chico amistoso y una gran persona, no por ser el chico del cáncer, como muchos se referían al hablar de mí.

—¿Dean, qué pasó? —Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una dulce voz. Elevé mi cabeza para encontrar a Sam observándome preocupada. Era tan bonita.

Sonreí sintiendo un enorme peso sobre mis hombros y sacudí la cabeza soltando una risa. No quería preocuparla.

—Nada, solo estoy cansado. ¿Nos vamos ya? —pregunté. Pude ver la duda en su mirada antes de que contestara.

—Claro.

Salimos del hospital sin mediar palabra alguna y nos subimos al auto. Todavía no quería llevarla a su hogar, deseaba quedarme con ella unos minutos más, pero de todas maneras fue a su casa justo a donde me dirigí. Traté de hacer conversación con ella sobre cualquier cosa en el transcurso de vuelta. La escuela, sus padres, Logan..., pero siempre me respondía sin ánimos de charlar, por lo que después de algunos minutos dejé de hacer mi intento.

Sam podía ser intimidante cuando quería.

***

A un par de manzanas de su casa volví a hablar.

—Muero de hambre —me quejé. La miré por el rabillo del ojo y la encontré estudiando el paisaje por la ventana.

—Yo también tengo un poco de hambre —admitió. Eso me hizo sonreír un poco al darme una idea.

—¿Qué te parece si te invito a comer entonces? —Giró su rostro con rapidez y me mostró una mirada horrorizada, como si le hubiera propuesto incendiar la ciudad en lugar de ir a tomar un almuerzo.

—No creo que sea una buena idea que estemos juntos —murmuró. Hice una mueca por sus palabras clavándose en mí.

—¿Tan malo es para ti?

—No. ¿Qué? No, lo siento, no quería que sonara así, solo... —Suspiró—. Solo no quiero lastimarte y al parecer soy muy buena haciendo eso.

Omito decirle que tiene razón, que es buena haciéndome sentir mal, inseguro, nervioso cuando la tengo alrededor.

—No te preocupes, solo iremos por una... —La miré de reojo—. ¿Hamburguesa te parece bien? —Ella asintió—. Y tal vez te pueda ayudar con química si sigues teniendo dudas, soy bueno en ello.

Vencedor [PQY #2] ✔ versión 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora