—¿Dónde, dónde está mi tío JunMyeon? ––exclamó KyungSoo alzándose de la silla en cuanto terminó de leer y resuelto a no perder un solo instante; pero al llegar a la puerta, un criado la abría y entraba JongIn. El pálido semblante y el ímpetu de KyungSoo le asustaron. Antes de que él se hubiese podido recobrar lo suficiente para dirigirle la palabra, KyungSoo, que no podía pensar más que en la situación de LuHan, exclamó precipitadamente: ––Perdóneme, pero tengo que dejarle; necesito hablar inmediatamente con el señor JunMyeon de un asunto que no puede demorarse; no hay tiempo que perder.

—¡Dios mío! ¿De qué se trata? ––preguntó él con más sentimiento que cortesía; después, reponiéndose, dijo––: No quiero detenerlo ni un minuto; pero permítame que sea yo el que vaya en busca de los señores Kim o mande a un criado. Usted no puede ir en esas condiciones.

KyungSoo dudó; pero le temblaban las rodillas y comprendió que no ganaría nada con tratar de alcanzarlos. Por consiguiente, llamó al criado y le encargó que trajera sin dilación a sus señores, aunque dio la orden con voz tan apagada que casi no se le oía. Cuando el criado salió de la estancia, KyungSoo se desplomó en una silla, incapaz de sostenerse. Parecía tan descompuesto, que JongIn no pudo dejarlo sin decirle en tono afectuoso y compasivo: ––Voy a llamar a su doncella. ¿Qué podría tomar para aliviarse? ¿Un vaso de vino? Voy a traérselo. Usted está enfermo.

––No, gracias ––contestó KyungSoo tratando de serenarse––. No se trata de nada mío. Yo estoy bien. Lo único que me pasa es que estoy desolado por una horrible noticia que acabo de recibir de GoYang.

Al decir esto rompió a llorar y estuvo unos minutos sin poder hablar. JongIn, afligido y suspenso, no dijo más que algunas vaguedades sobre su interés por el, y luego lo observó en silencio. Al fin KyungSoo prosiguió: —He tenido carta de BaekHyun y me da unas noticias espantosas que a nadie pueden ocultarse. Mi hermano menor nos ha abandonado, se ha fugado, se ha entregado a... SeHun. Los dos se han escapado de NoWon. Usted conoce a SeHun demasiado bien para comprender lo que eso significa. LuHan no tiene dinero ni nada que a él le haya podido tentar... Está perdido para siempre.

JongIn se quedó inmóvil de estupor.

—¡Cuando pienso ––añadió KyungSoo aún más agitado— que yo habría podido evitarlo! ¡Yo que sabía quién era SeHun! ¡Si hubiese explicado a mi familia sólo una parte, algo de lo que supe de él! Si le hubiesen conocido, esto no habría pasado. Pero ya es tarde para todo.

—Estoy horrorizado ––exclamó JongIn—. ¿Pero es cierto, absolutamente cierto?

—¡Por desgracia! Se fueron de NoWon el domingo por la noche y les han seguido las huellas hasta cerca de Seúl, pero no más allá; es indudable que no han ido a China como se creía.

—¿Y qué se ha hecho, qué han intentado hacer para encontrarlos?

—Mi padre SiWon ha ido a Seúl y BaekHyun escribe solicitando la inmediata ayuda de mi tío JunMyeon; espero que nos vayamos dentro de media hora. Pero no se puede hacer nada, sé que no se puede hacer nada. ¿Cómo convencer a un hombre semejante? ¿Cómo descubrirles? No tengo la menor esperanza. Se mire como se mire es horrible.

JongIn asintió con la cabeza en silencio.

––¡Oh, si cuando abrí los ojos y vi quién era SeHun hubiese hecho lo que debía! Pero no me atreví, temí excederme. ¡Qué desdichado error!

JongIn no contestó. Parecía que ni siquiera lo escuchaba; paseaba de un lado a otro de la habitación absorto en sus cavilaciones, con el ceño fruncido y el aire sombrío. KyungSoo le observó, y al instante lo comprendió todo. La atracción que ejercía sobre él se había terminado; todo se había terminado ante aquella prueba de la indignidad de su familia y ante la certeza de tan profunda desgracia. Ni le extrañaba ni podía culparle. Pero la creencia de que JongIn se había recobrado, no consoló su dolor ni atenuó su desesperación. Al contrario, sirvió para que el joven se diese cuenta de sus propios sentimientos, y nunca sintió tan sinceramente como en aquel momento que podía haberle amado, cuando ya todo amor era imposible. Pero ni esta consideración logró distraerlo. No pudo apartar de su pensamiento a LuHan, ni la humillación y el infortunio en que a todos les había sumido. Se cubrió el rostro con un pañuelo y olvidó todo lo demás. Después de un silencio de varios minutos, oyó la voz de JongIn que de manera compasiva, aunque reservada, le decía.

Orgullo & Prejucio » KaiSoo.Where stories live. Discover now