Yo solo bufé, a esa niña solo le tuve indiferencia.

Cada vez que pasaban los días aquella niña era más insoportable, era incapaz de estar con ella, no había hablado desde que la trajo papá, solo se encerraba en su cuarto, las sirvientas habían traído comida y muchos libros que ella había exigido con notas pegadas por las paredes, pero por lo visto papá se había compadecido de ella y le concedía todo lo que pedía mediante esas absurdas notas, me irritaba.

Pero un día ella dejo su puerta abierta y me hizo replantearme cosas sobre ella, la ví sobre su cama llorando y gimiendo. Cuando ella se había dado cuenta me cerro la puerta, me compadecí de ella.

Un año después.

Por fin entré en la Academia, pero no lo hice solo, aquella niña vino conmigo, me enfade por ello. Por suerte no nos tocó en la misma clase a pesar de llevar el mismo apellido, Gubster. Algunos niños la miraban sonrojados, quizás fuese por su cabello dorado y su mirada fría, en los meses próximos no la vi hablar con nadie.

Un día fue cuando decidí odiarla.

Caminaba por los pasillos de la academia y oí a algunos decir: Gubster es genial...es brillante...no hemos tenido sí en años.

Me emocione, pero entonces me dí cuenta de que no hablaban de mí, porque ese mismo día a Scarlet mi hermanastra la trasladaron a las clases superiores, ella era ahora una Gubster.

La odie.

Ella me estaba robando mi sueño de ser el mejor, cada vez que la veía solo me miraba indiferente como a un insecto que podía pisar facilmente. Ella era un genio y por eso la odiaba.

Aunque un día no pude evitar no odiarla; unos chicos de la clase superior me arrinconaron y comenzaron a pegarme porque era un Gubster, sus padres lo comparaban con los hijos Gubster y eso les enfadaba, por eso me pegaban aunque yo no hubiese hecho nada. Había aprendido en clase a defenderme pero no podía, era el mejor de mi clase y unos chicos me pegaban, era patético. 

Uno iba a darme un nuevo puñetazo cuando alguien lo intercepto con su mano.

Aquellos tres chicos salieron huyendo al ver a Scarlet, ella me tendió la mano y no se porque la acepte.

   - ¿Estás bien? -pregunto, me quedé en el sitio, aquellas eran sus primeras palabras, tenía una voz bonita y apagada.

Asentí y ella se marcho.

A partir de ese día fuimos intercambiando palabras todos los días hasta llegar el punto en el que manteníamos conversaciones; comencé a apreciarla como una hermana de verdad, me molestó que ella se graduase solo tres años después, un año antes que yo, pero en el fondo no me importó me alegré por ella.

Desde el día que me salvó de la paliza también se abrió a los demás de mi familia, estuve feliz, pero a la vez irritado, porque aquello había sido algo de ella y yo.

Sentí celos de mi hermano, porque ellos dos se habían hecho mejores amigos en el día de la graduación de mi querida hermanastra; no pude ir ese día y me sigo arrepintiendo.

Era injusto, ella me habló a mí primero antes que a Oriel, ella era mi amiga, mi primera amiga.

Y entonces llegó ese día.

Era incapaz de creer que hubiese matado a Oriel, no lo creía. Ella le quería.

Cuando se la llevaron sentí un vacío y fui idiota al no poder detenerles, merecía que la salvase. Pocas horas después me enteré de que se había fugado y como si alguien nuevo naciese decidí acabar mis estudios y hacer algo que estaba en mi deber.

Presentarme voluntario para ir en su busca y captura.

Pero como muchos creen no fue para vengarme de mi hermano, no, quería preguntarle cual era su versión de los echos. Porque yo no creía la versión oficial, ella era mi querida hermana. Jamás duraría de ella, había intentado odiarla con todas mis fuerzas y no había sido capaz.

Ella me desvelo su secreto, lo que le ocurrió a su madre, teníamos muchos gustos en común y la quería, la quería mucho.

A lo largo de los años nos encontramos en numerosas ocasiones y luchamos, me había enterado de que era un psyco y ella también, eran luchas duras, pero sabía que en el fondo ambos las disfrutamos enormemente porque era nuestra forma de decirnos hola y como estábamos.

Sabía que la cicatriz de garras de mi cara no la hizo adrede, pero me ayudo, porque entre los míos comenzaron a respetarme y ella lo sabía, no me había percatado pero ella siempre me había protegido, para ella era su hermano para siempre, no compartíamos lazos sanguíneos pero para nosotros era como que sí. 

Ella me había salvado de mucho.

Y como mínimo debía conseguir salir de esta prisión que mi hermano Oriel me había construido, era mi turno de salvarla a ella.

Porque ella es mi hermana, mi única familia de verdad.

Crónicas Elementales 3: Viento Diamantino. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]Where stories live. Discover now