Capítulo 87: Pasiones

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Ron estaba muy contento de que Hermione hubiera aceptado su beso el otro día cuando esperaban a que Harry se uniera a ellos. Realmente había sufrido una agonía sobre si aceptaría aquel beso o lo empujaría de nuevo. ¡Ella era tan difícil de leer! Hablando sobre el ADN y otros temas totalmente vulgares, que lo ponían tenso, en un minuto y, de un momento a otro, cambiando la atmósfera a una apropiada. Estaba en constante estado de confusión con ella. Había estado pensando en besarla durante un tiempo, y finalmente se puso nervioso, y justo cuando las cosas se estaban poniendo interesantes, Harry había aparecido. No es que culpase a Harry ni nada, pero pudo haber llegado en un mejor momento. Esta noche, ya que Harry tenía otros planes, pensó que era mucho menos probable que fueran interrumpidos, si las cosas pasaban como él quería.

Por su parte, Hermione había estado esperando que Ron iniciara algo íntimo con ella. Había estado pensando en empezar algo por sí misma, pidiéndole que salieran, poniendo su mano en un lugar en el que él comprendiera su interés, pero las costumbres de cortejo mágicas, especialmente aquellas seguidas por Ron, quien era socialmente atrasado, le dieron problemas. Había decidido buscar oportunidades para plantar sugerencias que esperanzadamente Ron tomaría, pensando que era su propia idea. Hermione había oído hablar de los callejones entre los invernaderos y las paredes por parte de algunas de sus amigas y había trabajado en mencionarlas muy indirectamente en una conversación que había tenido con Ron hace un par de semanas. Como ella esperaba, finalmente había adoptado su sugerencia como su idea, y estaba muy feliz de que por fin se hubiera atrevido a invitarla.

Los dos se alejaron de los grupos que regresaban a las Salas Comunes y se dirigieron a una puerta rara vez usada que era un atajo para los invernaderos que Neville les había mostrado, ya que él lo usaba con frecuencia. No eran la única pareja que se escondía allí, pero cada pareja se mantenía alejada y trataba de no llamar la atención. La sugerencia de Hermione era el callejón justo más allá del penúltimo invernadero. Ella realmente no quería ir más lejos y estar directamente de cara a las paredes del castillo; se sentía más segura rodeada de las paredes de invernadero. Ron estaba de acuerdo, así que se dirigieron hacia el final del callejón, esperanzadamente lejos de cualquier mirada curiosa.

Ron no estaba exactamente seguro de qué hacer, ahora que habían llegado a este punto. Sospechaba que alguna conversación sería lo más normal pero no tenía idea de qué hablar, lo cual era extraño porque Hermione era una buena amiga y siempre encontraban cosas de las que hablar. Hermione estaba un poco decepcionada de que Ron pareciera tan incómodo con ella. Ella se sentó en las túnicas que estaban plegadas en el suelo y palmeó el espacio al lado de ella. Ron pareció agradecido por la pista y se sentó allí, a una distancia respetuosa. Ella cerró inmediatamente esa distancia, observando:

–Hace un poco frío aquí, ¿no crees?

El asintió agresivamente a su comentario, e hizo todo lo posible para evitar el acercamiento, retrocediendo para evitar que sus cuerpos se tocaran. Maldiciendo su mala suerte al salir con el único miembro de la familia Weasley para quien este tipo de cosas era una prueba, ella tomó su brazo y lo colocó alrededor de sus hombros, dándole una excusa para acurrucarse en su pecho. Podía sentir que su respiración se ponía pesada. Él estaba entrando en pánico, y ella tenía que hacer algo.

–Esto es lo mejor, Ron, gracias. Es una noche hermosa, ¿no?

Ella se giró hacia él y, confiando que él dejaría su brazo alrededor de sus hombros, ella colocó sus propios brazos alrededor de su cintura, abrazándolo por el torso quedando más juntos. Quería comenzar a tocar su pecho, y tal vez si era valiente, mover sus manos sobre su estómago y tal vez incluso más abajo. Ella no quería asustarlo y que le costara la oportunidad de lo que, ella creía, podría ser una relación maravillosa y amorosa a largo plazo. Por lo que se mantuvo lejos de otras tácticas por ahora. Cuando llegaron al punto en el que ambos habrían esperado que esta sesión comenzara a implicar besos, ella comenzó a mordisquear su cuello, dejando pequeños besos en su cuello y lentamente avanzando hacia su barbilla. FINALMENTE, el chico recibió el mensaje y la abrazó, acercando su rostro al de ella y le dio lo que quería: besos tiernos, largos y con lengua.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now