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Desperté temprano, ninguna de las demás se había despertado o daba indicio de estar a punto de hacerlo. Se me hizo raro abrir mis ojos y ver una cortina roja y no verde, siempre me imagine despertando en un dormitorio en el que los colores verde y plateado predominaran. Me imaginé a mi y a mi padre, yo diciéndole en que casa me habían puesto y el diciéndome lo decepcionante que era como hija. Deseché ese pensamiento. ¿Tan malo era estar en Gryffindor?

Busqué mi uniforme y fui a darme una ducha, me vestí y cepille mi cabello. Ya lista, tomé mi mochila, donde había metido todos los libros y útiles requeridos, excepto la varita, la cuál se encontraba en una de los bolsillos de mi túnica.

La noche anterior, había despertado a mitad de la noche, y para matar el tiempo, estuve practicando algunos hechizos de los libros, resulto bien y lo disfruté. No había sido muy difícil.

Salí de la sala común e intenté recordar el camino hacia el gran comedor. Creí haberlo hecho, más pronto me di cuenta de que no, estaba perdida y opté por pedir indicaciones a unos alumnos que pasaban.

­- Hola, me perdí, ¿saben donde se encuentra el Gran Comedor?

- Claro, íbamos para allá, ven - contestó uno de los chicos, me di cuenta de que eran mayores por quizá dos años, asimismo me fijé en sus túnicas, estas llevaban el logo de Hufflepuff.

Seguí a los chicos por algunos pasillos y escaleras, después de caminar por un rato, divisé la puerta por donde habíamos entrado a cenar la noche anterior.

- Llegamos - se volteó el chico, e hizo señas a sus amigos para que entraran.

- Gracias ­- contesté.

- Pues... - dijo para luego soltar una pequeña carcajada, fruncí el seño - aún no se tu nombre.

- Ni yo el tuyo.

- Cedric Diggory, un placer conocerla, señorita - dijo.

- ____ Malfoy, igualmente, señor - me presenté.

- Bueno, ____. Será mejor que vayas a desayunar, no querrás perder tiempo para comer.

- Cierto, adiós - me despedí con un gesto de mano y me dirigí a la mesa de los leones, donde solo unos cuantos alumnos se encontraban comiendo o estudiando, aún era temprano.

Me senté y comencé a comer tartas de melaza, la profesora McGonagall se acercó a mí y me entregó mi horario de clases. Lo dejé a un lado y volví a concentrarme en la comida. Luego, guardé unas cuantas varitas de regaliz en mi mochila y me dirigí a la primera clase para llegar temprano y tener tiempo de buscar el camino si me perdía.

Los primeros cuatro días de la semana no fueron tan difíciles, en las aulas procuraba sentarme al fondo, para no llamar mucho la atención. A medianoche íbamos a estudiar el cielo algunos días en Astronomía. En Herbología, la profesora Sprout y también jefa de Hufflepuff nos enseñaba acerca de plantas. El profesor Binns, que también era un fantasma , nos enseñaba Historia de la Magia, era muy aburrida pero juro que me esforzaba por prestar atención aunque a veces me sorprendía a mi misma durmiendo. La clase de encantamientos del profesor Flitwick era de mis favoritas, se me empezaban a dar bien los hechizos de ese tipo. Encantamientos con McGonagall era más complicado pero siempre lograba hacer lo que nos pedía McGonagall. La clase con Quirrell fue una decepción, el aula apestaba a ajo, PUAJ.

Fuera del asunto de las clases, constantemente me encontraba a Cedric en los pasillos y nos saludábamos, algunas veces hablábamos, era agradable. Y en cuanto a Draco, siempre estaba rodeado de sus gorilas y se les sumaba una chica verdaderamente irritante.

El viernes tuvimos nuestra primera clase de pociones con Snape, que, según había escuchado, siempre favorecía a los de su casa, Slytherin. Sin embargo, yo ya conocía a Snape, recordaba que algunas veces visitaba la casa junto con algunos otros.

La Oveja Negra En La Familia Malfoy // Harry Potter & Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora