Capitulo 24

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Paulo agradeció que Maria se retirara a la cocina y no escuchara esa conversación.

–Ven, te mostrare la casa– dijo molesto.

Paulo le dio un recorrido por toda la villa, Oriana se quedó extasiada al ver la extensión del jardín posterior, era hermoso; Mía disfrutaba mucho del paseo, pero en un momento se empezó a remover en los brazos de Oriana para que Paulo la cargara.

El felizmente lo hizo, amaba a su hija, y le encantaba tenerla en sus brazos y a su madre junto a él.

Continuaron el recorrido hasta el pequeño establo, solo se encontraban tres caballos y un pequeño potro.

Mía trataba de tocarlos pero Paulo no la dejaba.

– ¿Son peligrosos? –Preguntó Oriana al ver a Paulo alejar a Mía.

–No estoy seguro, estos caballos son de los cuidadores y lugareños, algunos de ellos no tienen espacio para sus caballos y cuando compre la villa ya traía el establo, así que se los ofrecí a cambio de vigilancia.

—Es un trato inteligente— concedió únicamente, trataba de no ser tan fría pero mantenía las distancias cosa que estaba exasperando a Paulo. Odiaba sentirla tan distante.

Regresaron a la casa donde Maria les tenía la cena preparada, Oriana se negó a comer en la mesa del comedor ya que no quería que Maria trasladara toda la comida hasta allá.

Así los cuatros comieron en el desayunador de la cocina.

Oriana y Maria hablaban arduamente mientras Paulo reía de sus ocurrencias, Maria contó un par de anécdotas sobre Paulo y su fase rebelde.

–Una vez él estaba castigado, pero el niño quería salir; tuvo la brillante idea de saltar de la terraza de su cuarto— contó Maria.

Oriana estaba disfrutando tanto aprendiendo de su esposo.

–Pero Paulo ignoró la altura y término con un yeso de tres semanas–continuo.

–No me lo recuerdes; fueron las peores tres semanas de mi vida.

–Eso sucede cuando eres joven, tengan paciencia, cuando esta pequeña crezca y traiga a más de uno tras sus huesitos... conocerán las dificultades de ser padres...– Maria dejo la frase al aire al ver la cara de Paulo.

–Falta mucho para eso– dijo el aludido con el ceño fruncido

Oriana lanzo una carcajada, ver a Paulo en pose de padre celoso le derrite el corazón.

–Bueno, ya es muy tarde, deberían de ir a descansar –les recomendó Maria.

–Sí, tienes razón– concedió Oriana, a pesar de haber descansado en el avión, aun tenia sueño.

Se despidieron de Maria y tomaron a Mía. Paulo las guio hacia la segunda planta; él había mandado a equipar el dormitorio de la niña hace una semana y quería ver la reacción de Oriana.

Tenía la leve esperanza que si ella veía todo el esmero que había puesto en esa habitación, se daría cuenta que la amaba y lo perdonara por la estupidez de besar a Antonella.

–Esta es la recamara de Mía — al abrir la puerta dejo que ella entrara primero seguida por él, encendió la luz dejándola impresionada.

Era muy similar a la recamara que tenía en casa, la cuna, una mecedora y el cambiador, pero hoy habían más detalles, ella se fijó en las frazadas rosas que adornaban su cuna y en las estrellas pegadas en el techo, estas también se encontraban en la pared pintadas.

Un móvil musical se encontraba sobre la cuna y daba luz para evitar que su pequeña se quedara a oscuras. Dentro de las figuras también había unas pequeñas estrellas.

Casada con mi jefe | Dybatini - TERMINADAWhere stories live. Discover now