—Gracias Selina, llévala a la terraza— ordeno.

—Soy Serena señor— le dijo la chica algo molesta antes de retirarse.

— ¿Que hace aquí?— pregunto Oriana, sabía que Antonella era la única mujer capaz de interponerse en su plan de enamorar a su esposo.

—No lose, pero iré a hablar con ella para ver que quiere— dijo Paulo tratando de dejarla afuera de este asunto.

No quería que Oriana saliera perjudicada por cualquier cosa que podría tener Antonella entre manos.

—Iré contigo— aseguro Oriana, no tenía intención de dejar a Paulo a solas con esa mujer.

— ¡No!, lo mejor es que permanezcas acá con nuestra hija en lo que yo hablo con ella— ordeno serio. El quería protegerla a cualquier costo.

— ¿Por qué Paulo? ¿Qué tiene de malo que te acompañe?— Oriana estaba segura que Paulo quería estar a solas con Antonella para uno de sus encuentros; ella no olvida lo que presencio aquel día en el jardín de un restaurante, el ver a su antes prometido besándose con su futura amante.

—Los temas que tratemos estoy seguro que no son de tu interés— le dijo de forma fría y arrogante tratando de hacer que desistiera en la idea de acompañarlo— además de ser una reunión privada, con permiso— dicho esto Paulo salió del salón dejando a una Oriana triste tras de él.

Él se sentía peor que un canalla por haberle hablado se esa forma tan dura, pero el haría lo que fuera para protegerla, y la conversación que estaba a punto de tener, jamás debería de llegar a sus oídos.

Paulo llegó a la terraza con toda la intención de aclararle que no era bienvenida en su casa.

— ¿Qué haces aquí?— preguntó una vez sus ojos se posaron en ella.

Ella se encontraba sentada en el sofá de la terraza con una copa en la mano, llevaba un vestido rojo de seda, demasiado corto para su gusto.

—Querido ¿Así recibes a los invitados? Qué vergüenza, pensé que Alicia te educo mejor.

—Deja los juegos y explícame que buscas— después de la pelea con Oriana; su paciencia era nula.

—He venido a observar cómo va tu vida de casado— lo recorrió con los ojos de arriba hacia abajo— por tu cara puedo intuir que no como deseas— dijo Antonella parándose del sofá.

—Te equivocas, la verdad la estoy disfrutando mucho— aseguro Paulo enojado.

—Entonces dime ¿sigues creyendo estar enamorado de tu mujer o ya recobraste la cordura?, estoy segura que no puede ser tan buena en la cama como para mantener tu interés...

— ¡Cállate! te dije que no te atrevieras a hablar mal de ella.

—por lo que veo todavía sigues engatusado— dijo moviendo la copa de su mano— respóndeme algo— llevo la copa a sus labios y la rozo antes de dejarla sobre una mesa y acercase a Paulo— que tiene— comenzó a rodearlo— ella de especial.

—Eso no te interesa— respondió frio.

—No soy tonta Paulo— se colocó frente a el— te conozco demasiado para creerme ese cuento. Una fuentes me han confirmado que has dejado de ver a tus otras...— se acarició la clavícula— "Amigas" ¿Puedo llamarlas así? ¿O prefieres el término compañeras de cama?

Paulo acerco su rostro al de ella— Lo que haga con mi vida —siseo— no te interesa. Tú y yo, nunca hemos sido nada como para tener que darte alguna explicación.

—¿Y a tu esposita se las das? ¿Te tiene controlado?— preguntó tratando de provocarlo.

—Yo no le debo explicaciones a nadie.

Casada con mi jefe | Dybatini - TERMINADAWhere stories live. Discover now