Retazos de ti

Luego juego

Los personajes de Boku no Hero Academia no me pertenecen, sólo el amor que les tengo.

Mitsuki cuelga el teléfono, realmente molesta ¿Cuántas veces le tendría que decir a Katsuki que deje de atacar a ese niño para que lo entienda?. Acababa de cortar conversación con Inko, una tranquila mujer que había comenzado a rozar los límites de su paciencia; la escuchó realmente alterada y, ¿Como no estarlo? Si un chiquillo caprichoso había tomado como bolsa de boxeo a su hijo.

Estaba cansada, ya intentaron de todo para que cambiara su actitud ante ese pobre niño. Acompañó a Masaru cuándo probaron hablar con tranquilidad y explicarle porque lo que hacía era incorrecto, no entendía. Se justificaba criticando al niño. Intentaron castigarlo, pero luego volvía a salir para hacer lo mismo.

Escucha el ruido de la puerta principal; ya que Masaru estaba trabajando, no podía ser otro más que el constante dolor de cabeza de su hijo.

—¡Katsuki! —grita, avisando de los problemas mientras se acerca a su ubicación. Cuándo lo ve, sus palabras mueren en su boca.

Su pequeño tenía lágrimas que no paraban de caer de sus ojos, se limpiaba con el brazo; mirándola de forma fiera mientras la manga con la que se restregaba se llenaba de moco y llanto.

—¿Q-que qui-qui-eres? —dice sobándose la nariz. Mitsuki olvida por el momento el regaño y se arrodilla frente a su lloroso hijo.

—¿Que pasa? —le pregunta, llevando ambas manos a sus pequeños hombros. Él niega con la cabeza, dirigiendo la mirada al suelo. Aún llorando— Katsuki.

El pequeño sigue llorando, y a ella no se le ocurre más que rodearlo con un abrazo. Él no lo corresponde, pero tampoco la rechaza. Ocultando su carita en su cuello.

Poco después el llanto desaparece, pero ella no se separa hasta que nota su respiración calmarse.

—¿Que sucede Katsuki? —el niño mantiene la mirada en el suelo, sin soltar palabra— ¿Te peleaste con tus amigos?

El pequeño niega con la cabeza— Ellos no son mis amigos —dice en forma de queja, entonces Mitsuki lleva su mano a su rostro y lo levanta. Teniendo un par de sospechas sobre quién podría estar involucrado.

—Él, ¿Dijo algo? —el pequeño abrió los ojos sorprendido, para luego entrecerrarlos. Aguantando las ganas de volver a llorar.

—Como si me importara lo que él dijera —Mitsuki ya sabía la respuesta.

Lo que comúnmente su marido etiquetaba como "amigo imaginario" de su hijo, ella sabía bien que se trataba de la persona de la que un día se convertiría en el gran amor de Katsuki. Primero lo conoció a través de sueños e historias creadas por su mente infantil, pero desde hace un par de meses lo había comenzado a ver en su apariencia actual. Retazos del día a día del otro pequeño, sin saber quién es, dónde vive; ni junto a quien está. La imagen sólo aparece a su lado cuándo están haciendo algo similar en el mismo momento.

La primera vez fue cuándo lo llevaron a comprar su primer juguete de All Might; ella y su esposo se sorprendieron al verlo criticar al aire. Diciendo: "Ese es un héroe de viejos". Cuándo Masaru le preguntó a quién le hablaba; Katsuki le respondió que al niño que estaba a su lado, el que estaba comprando una figura de Crimson Riot.

Ya comenzando el furor de las figuras de acción y el fanatismo del pequeño por All Might, muchas veces lo encontró jugando sólo —pero sintiéndose acompañado— en su habitación. Rápidamente notó que esperaba cada oportunidad en la que aquél pequeño llegara a hacer aparición; también observó la forma en que  Katsuki apretaba la figura de acción contra su pecho y suspiraba. Haciendo que este segura que aquél niño era el mismo que Katsuki vio siendo más pequeño —aquél que su hijo ya no recordaba— sólo que ahora tenía una apariencia diferente. Pero eso no le llamaba la atención, en su primer sueño con Masaru lo imaginó vestido de princesa. Esperando recostado en el lecho de un castillo a que ella vaya a rescatarlo con el beso del verdadero amor.

Acaricia el cabello de Katsuki, quien se estaba tranquilizando. El pequeño, que estaba enamorado de quien sería su alma gemela sin aún conocerlo.

—Entonces dijo algo —Katsuki se sorbó la nariz y luego afirmó con la cabeza, muy lentamente— ¿Que dijo?

—Que quienes lastiman a los demás son malos —responde de forma tan apresurada como aguantaba su boca, que por suerte su madre llegó a entender.

Mitsuki se puso ansiosa porque lo conociera, pareciera ser una buena influencia para el pequeño renacuajo. Y, aunque eso sería tirar sal en la herida, obligó a que la viera y preguntó—: ¿Eso no te dice nada?

Katsuki la empujó y corrió hasta encerrarse en su habitación.