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Matteo Balsano

— Estas mintiendo — afirma y la miro desconcertado

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— Estas mintiendo — afirma y la miro desconcertado. Que incrédula es.

— ¿Que ganaría yo mintiendo?

—Joderme la vida — sentencia, lanzándome una mirada asesina para hacerme a un lado y alejarse prácticamente corriendo.

Aprieto los puños, lo último que quería era hacerla llorar, y sí, digo llorar porque sus ojos cristalizados lo indicaban. No seremos amigos pero tampoco soy un ser humano sin sentimientos que disfruta ver sufrir a las personas. Sobre todo a una chica tan bonita como ella.

Pero es verdad, anoche ese par de rubios bailaban demasiado pegados cada bachata que sonaba. Cualquiera diría que querían desnudarse en medio de la sala, y al parecer lo hicieron pero no ahí, pues hubo un rato que no vi a ninguno de los dos.

Yo por mi parte, estuve de cupido. Gastón y Pedro consiguieron un par de conquistas con quienes se besaron y toquetearon a su gusto pero una vez mas, dijeron que no era nada serio. Fue solo una chica, la que se me acercó, estaba pasada de copas, y lo supe cuando intentó besarme y tocar en mi entre pierna.

— Aquí estas, ¿Donde te habías metido? — doy un Respingo al escuchar la voz de Gastón a mis espaldas.

— Seguramente molestando a Lunita ¿Verdad? — ironiza Pedro dando palmadas en mi espalda — es una niña, ¿que intentas con ella?

— Tiene nuestra edad.

— Entonces es un sí. — ruedo los ojos, darle la contraria estaría de más pues siempre termina sacando sus propias conclusiones pese a que no son ciertas — ¿Que hay de la apuesta con Emilia? El rubio te está ganando — señala hacia la parejita quienes siguen conversando gustosamente.

Ni siquiera conozco al tal Nicolás ese y ya me cae mal. Desde que llegó no a hecho mas que causar disturbios entre todas las chicas y eso la incluye a ella, la chica que llevo un año piropeando y ni caso me hace. Es frustrante ver como alguien nuevo llega y sin que haga mucho esfuerzo, me lleve la delantera.

— Eso es lo de menos. Yo sé jugar muy bien mis cartas.

— En ese caso deberías dejar de actuar como un niño y dejar de fastidiar a Valente.

— Es mi problema. Por favor no te metas — le recuerdo a Pedro, quien se alza de hombros justo antes de que el primer timbre del dia, suene.

Los tres nos encaminamos a nuestros respectivos salones, Pedro se dirige al suyo mientras que Gastón y yo nos quedamos en el de lenguaje. Tomamos asiento en una de las carpetas vacías, que se encuentran ubicadas delante de dos chicas que no paran de sonreirle a mi amigo, y este les devuelve el gesto con un guiño.

Oye, ¡Me Gustas!, LUTTEOWhere stories live. Discover now