Mi cerebro no tarda en maquinar un plan de zorra arrastrada, pero esto era peor que nada; así que mientras camino a su dirección, acomodo mis pechos y subo un poco mi falda, dejando ver mi piel lechosa; la cual era la envidia de todas las chicas y el deseo de todo hombre dentro del colegio.

Cuando estoy a casi nada de llegar, respiro hondo antes de ir reduciendo la velocidad de mis pasos; comenzando a caminar con más sensualidad para poner en marcha mi plan.

Finalmente me encuentro justo detrás de sus espaldas y por lo que veo ninguno todavía repara en mi presencia, sin embargo desde mi lugar puedo divisar el menudo y tembloroso cuerpo de mi niño acorralado contra la pared.

— Cofcof— sueno mi garganta, haciendo que toda la atención recaiga en mi persona cuando las iracundas miradas me escrutan desde arriba.

De inmediato sonrío coqueta, dejando que mis pechos sean la principal atracción, por lo que casi que al instante obtengo la atención que necesito, dejando a Jimin en segundo plano. Y aunque me sentía totalmente asqueada, cualquier cosa era mejor que quedarme sin hacer nada.

— ¿Se te ofrece algo, preciosa?— uno de ellos pregunta con una sonrisa que, supone él, le hacía ver mas guapo.

Pues no, hijo de puta. Eres horrible y lo demás es cuento.

Mi rostro quiere deformarse en una mueca de profundo asco cuando siento su aliento chocar directamente contra mi rostro, haciendo que mis ojos se desvíen con disimulo hacia JiMin, quien también me observa expectante; quizás preguntándose por qué alguien como yo está interfiriendo.

Sin embargo, su mirada cristalizada sólo me impulsa a seguir.

Vuelvo a sonreír, aunque se notaba a leguas que era forzado.

— Lo siento tanto por interrumpir, oppa— me disculpé con un horrible aegyo que detestaba usar, pero en Corea era un maldito mandato impuesto por la biblia— ¡Pero es que necesito su ayuda, chicos!— puchereo con una leve inclinación de torso. Casi que de inmediato sus miradas recaen sobre mi escote, incluyendo la de JiMin; haciendo que yo sonría por dentro.

Quería decir que tampoco era inmune a mis encantos, coño, jamás me ha noticeado.

Cuando termino de hablar; los tres idiotas se miran entre ellos con enormes sonrisas retorcidas adornando sus labios, seguro pensando que se habían ganado la lotería conmigo.

¡Pufff!

Mi concha sólo palpita por ese perdedor que tienen allí temblando de miedo.

El que parecía ser el líder de los otros dos lame huevos, se acerca a mí con galantería y aunque me producen arcadas respirar su perfume barato; trato de mantener una sonrisa.

Después de todo, de esto dependía que JiMin saliera sano y salvo.

— Bien y, ¿Qué podemos hacer por ti, muñeca?— vuelve a preguntar, llevando su mano hasta mi cabello para luego tomar uno de mis mechones y pegarlo a su nariz. Mi sonrisa tiembla por un momento, quería meterle un puñetazo y dejarlo medio muerto; pero esta vez no podía ser tan impulsiva, el tipo era enorme, además de que se veía fuerte. Ni siquiera con mis enormes tacones era capaz de llegarle, aunque bueno, ya saben lo que dicen; esos orangutanes son manejables.

Relamo mis labios mientras la mueca de JiMin no pasa por alto ante mis ojos ¿qué mierdas le pasa? Trato de salvar su enorme y bello culo.

— Sucede que— giro mi cabeza hacia atrás y observo al grupo de plásticas comiendo su asqueroso pasto verde, digo, su ensalada—, ¿Ven a ese grupo de allá?— señalo con mi barbilla. Pensaba hacer algo de lo cual posiblemente las desnutridas me echarían del grupo en definitiva, pero me importaba un gran y enorme culo.

Bad, Bad Bitch » Park JiMin » (+18) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora