ELIZA
Dadas las seis decidimos irnos a casa, este era mi momento para hablar con Roger y lo iba a aprovechar.
Ya en casa, sentados en el sofá decidí sacarle el tema.
-Roger, ¿tú crees que deberíamos dejarlo?
-¿Quieres dejarlo?-preguntó él con cierta pena en su voz.
-Nuestra relación ya no es como antes, ya no somos los de antes
-Lo se, todo lo del fútbol me supera y tengo que dejarlo a un lado en mi vida personal
-Pues no lo estás consiguiendo
-Pues por lo menos lo intento y tú tampoco es que estés muy bien en estos momentos que se diga
-Se murió mi padre hace dos días y no he podido ir a Barcelona por quedarme contigo y ayudarte-respondí levantándome del sofá cabreada.
-Lo siento cariño, no tenia ni idea de eso-hablo el intentado disculparse.
-No Roger, esta vez no vale-comenté subiendo las escaleras hacia nuestra habitación.
-Cariño, por favor-siguió el andando detrás de mi.
-Se acabo, no puedo más-abrí la maleta y comencé a meter la ropa en ella.
Por el rabillo del ojo vi como Roger agachaba la cabeza y bajaba las escaleras, me estaba empezando a sentir mal por él.
Cuando acabe de hacerla baje al salón, lo vi sentado en el sofá con los ojos cristalinos, me acerqué a él y lo abracé.
-Solo me voy un par de días, tranquilo que volveré
-Entonces, ¿seguimos juntos?-respondió él con una gran sonrisa en la boca.
-Si-una sonrisa se iluminó en mi cara también.
-Me alegra oír eso-hablo besando mi mejilla-Iría contigo, pero tengo entrenamiento, ten cuidado
-No pasa nada cariño, lo tendré y utiliza los entrenamientos para desfogarte
-Lo intentaré- el volvió a sonreír.
Me encantaba verlo sonreír y más si yo era el motivo.