Capítulo 2

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Creo que no haber desayunado fue una mala opción

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Creo que no haber desayunado fue una mala opción.

Sentía un gran vacío en mi estómago, que solo empeoraba mis ganas de querer vomitar la comida inexistente.

Pero no me creía capaz de guardar nada en mi interior.

Las nauseas habían aparecido desde que había despertado y habían empeorado con el pasar de los minutos.

Con la realización de que me enfrentaría a uno de mis grandes miedos.

Adentrarme a un nuevo cuerpo estudiantil y que ellos se fijasen en mí.

Había pasado por eso en un pasado y el resultado no fue para nada lindo.

Y aunque intenté con todas mis fuerzas prepararme para ese momento inminente, no había sido de mucha ayuda.

Aún me sentía aterrada.

—No puedo esperar a que las clases comiencen —dijo Ale, sintiéndose todo lo contrario a miserable.

Me hubiese gustado tener esa felicidad.

—No le veo lo bueno de entrar a clases.

Maca terminó de arreglar su cabello y me dio una mirada.

—En lo académico, nadie quiere entrar, créeme. —Ale asintió—. Pero con respecto a todo lo demás, al volver al colegio es cuando la diversión comienza.

—Chismes por doquier —agregó Ale, tan emocionado como un niño en navidad.

A mi me dieron ganas de vomitar ahí, en medio de la calle.

Los chismes no me atraían para nada. No me interesaban cuando se trataban de otra persona, pero cuando eran sobre mí tenían una gran fuerza contra mis emociones y estados de ánimo.

Y muchas de mis acciones.

Esa era una de las pocas veces que pensaba que mudarme a un pequeño pueblo había sido mala idea, aún cuando esa decisión no dependió de mí.

Si la decisión de mudarnos hubiese caído en mis manos cuando todo sucedió, no lo hubiese aceptado. Habría aguantado un año más en ese infierno y luego largado, cuando la universidad estuviese cerca.

Al otro lado del país hubiese sido maravilloso.

Pero esas ideas no eran más que eso, ideas, solo cobrando vida en mi mente.

La realidad era algo mucho más diferente.

Cuando pasamos fuera de una cafetería, el olor a comida me hizo sentir peor.

Necesitaba comer algo o no sobreviviría ese día.

—¿Me esperan? Olvidé tomar desayuno y tengo hambre.

Los chicos pararon su andar y entraron conmigo al pequeño local.

—Con lo perfeccionista que eres para tener todo controlado, es raro que no hayas comido algo —bromeó Ale—. ¿Te quedaste dormida?

Sentirse Viva (#1 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora