21.

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21. A cruel bet?

—Asegúrate de llegar bien a casa, Norim noona. — Jeno me abrazó fuerte y después me entregó un papelito. — Aquí está mi número, mándame mensaje cuando llegues a casa y si Jaemin te hace algo, dímelo para golpearlo.

Reí al escuchar a Jeno dar una inspiración de aire profunda. Se había quedado sin aliento al pronunciar aquellas palabras.

Me acerqué a Renjun y le di un abrazo, a lo que el correspondió.

—Cuídate, bonita. Nos vemos el lunes. — Asentí y empecé a caminar, saliendo de la entrada de la casa de Jeno, para seguir a Jaemin, quien ya iba algunas casas por delante.

El camino fue callado. Primeramente, habíamos perdido el ultimo autobús a casa. No era lejos, pero Jaemin llevaba a Daejin profundamente dormida en su espalda. La pequeña había corrido junto con Hebin por todos lados después de que habían partido el pastel. Literalmente se había quedado sin carga a esa hora. No pasaban de las 9 de la noche.

La pequeña dormía de manera cómoda, abrazando a Jaemin por el cuello mientras dormía en su espalda. Y la imagen era gratificante para el ojo humano.

Jaemin es realmente eso que todos desearían por hermano.

—¿Nunca habías visto a alguien cargar a una niña? — Jaemin cuestionó, mirándome por el rabillo del ojo. Realmente había sido muy indiscreta mirándolos.

—Nunca te había visto siendo una buena persona, Na. — Respondí. El chico me miró sorprendido por un segundo y rio entre dientes al momento.

—Realmente, soy buena persona, Kim. Solo tú tienes el privilegio de ver mi lado molesto. Siéntete privilegiada. — El chico sonrió, levantando sus cejas de manera divertida.

Negué con la cabeza. Realmente Na Jaemin era un caso totalmente especial.

El camino restante lo continuamos recorriendo en silencio. Solo se escuchaban los sonidos de la calle, pero, aun así, parecían especialmente silenciosos. Daejin una o dos veces balbuceaba cosas imposibles de entender, ocasionando la risa de Jaemin.

Contrario a lo que se creería, no estaba incomoda. Sí, Jaemin me había besado por segunda vez ¿y qué?

Ya sabía que jugaba conmigo. Que seguro ni el mismo se entendía, por ello había decidido no entenderlo tampoco. ¿Qué ganaba yo intentando descifrar sus acciones? Ilusionarme con posibilidades nulas, seguramente.

Pero era un error. Querer a Jaemin pintaba a ser un error.

Cuando llegamos a nuestra colonia, justo donde nuestras calles cruzaban, me adelanté en los pasos.

—Pueden ir a casa desde aquí, seguiré sola. — Jaemin detuvo su andar y me miró.

—Ni hablar, ¿Ya viste la hora?

—No es tan tarde, he ido sola más tarde. — Reí, mirando el reloj de mi muñeca que marcaba las 9. Realmente no era tarde, ya había estado más tarde por las calles y no había pasado nada.

—Pero no estaba yo. Creo que sabes que no te dejaré ir sola, Norim-ah, así que camina de una vez. — Jaemin se acercó y me empujo levemente con su hombro.

Resignada, comencé a caminar. El chico tomó su lugar a mi lado, reanudando el andar. Me molestaba un poco que me llevara a casa.

Cuando estuvimos frente a la casa, nuevamente esperó a que yo entrara, como siempre lo hacía, pero ciertamente no fue suficiente para él, porque incluso me acompañó a la entrada principal.

Falling again» na jaeminWhere stories live. Discover now