Capítulo 63: El corazón sangrante

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– ¡Dobby! –gritó Harry por encima de los ruegos frenéticos de Severus para que le ayudara a cortarse la marca. El pequeño elfo apareció inmediatamente, poniendo gesto horrorizado al ver lo que ocurría– ¡Tráeme Esencia de Díctamo, deprisa! Tiene que haber en el laboratorio –el chico no era muy habilidoso con los hechizos curativos, así que esperaba que las pociones de Severus fuesen efectivas. Sabía muy bien, tras su incidente con las flechas en Hogsmead, que si la daga estaba encantada la poción no tendría efecto.

Severus estaba intentando recuperar la daga. Harry luchó por mantenerle sujeto para que no se arrastrara por el suelo hasta ella. Cuando el otro se dio cuenta de que Harry no iba a soltarle, conjuró la daga que vino hacia su mano, en una impresionante demostración de magia sin varita. Harry sostuvo la mano del hombre, apartando la daga de él mientras con la otra mano apretaba la herida para evitar que se desangrara. Sabía muy bien que no era lo suficiente fuerte como para vencer en una confrontación física contra el otro hombre. Estaba empezando a sufrir temblores musculares debido a la tensión que tenía que emplear para apartarle del arma.

– ¡Severus! –Gritó, tratando de llamarle la atención– ¡Severus, escúchame!

– ¡Tengo que arrancármela, Harry! –protestó Severus con desesperación. Harry sospechaba que, si hubiese llegado más tarde, el hombre se habría cortado el brazo entero– ¡Tengo que librarme de ella! ¡Es la única forma de llegar hasta ti! Tengo que ir... ¡la campana me llama! ¡Tengo que encontrarte!

– ¡Severus, estoy aquí! –Dijo Harry en tono suplicante– Mírame, Severus. Estoy aquí. La campana ya no suena. ¡Escucha, Severus, escucha! ¡Ya no suena!

Por un momento Severus se quedó helado, con expresión horrorizada y llena de pánico, como si no pudiese aceptar lo que Harry le decía, o no lo entendiera del todo. En aquel momento reapareció Dobby trayendo la poción que Harry le había pedido. Al ver cómo luchaban por la posesión de la daga, el elfo chasqueó los dedos e hizo que el arma se desvaneciera de la habitación.

– ¡La campana, Harry...! –la voz de Severus estaba rota de tanto gritar. Harry agitó la cabeza.

–Está en silencio, Severus. Se ha callado. Escucha... todo está en silencio.

Por fin, sus palabras parecieron llegar hasta el otro. Severus pareció mirar a la nada unos segundos, momento que Harry aprovechó para tomar la poción que Dobby le ofrecía. Aferrando el brazo de Severus, echó la poción directamente en la herida, rogando que las bandas protectoras que protegían al otro del dolor de la Marca Oscura no interfiriesen con el poder curativo de la pócima. Un humo verde pálido ascendió de la herida, la sangre se detuvo y el corte empezó a cerrarse, pero muy lentamente. Harry estaba seguro de que el efecto debería haber sido más rápido.

– ¿Harry? –Severus ya no luchaba contra él, pero su tono era el de una persona muy perdida– Intenté llegar hasta ti. Traté de seguirte.

–Lo sé, Severus –asintió Harry, tratando de consolarle y sacarle de aquella desesperación.

– ¡Está dentro de mí! –Siseó Severus, la locura volviendo a sus ojos– ¡Está dentro, en torno a mi corazón, ahogándome, exprimiéndome! ¡Intenté alcanzarte pero no podía respirar, no podía pensar!

Harry le acarició la cara, apartando el cabello negro que le caía sobre el rostro.

–Ya ha terminado –susurró, sintiendo que se le rompía el corazón al ver tanto dolor en los ojos del otro– Todo está bien ahora. Todo irá bien.

Pero la respuesta de Severus fue agitar la cabeza violentamente, con una mirada de ardiente desesperación:

–Te alejarán de mí –acusó– ¡Se te llevarán! ¡Dirán que lo nuestro no es real, que es una mentira! Tengo que protegerte... ¡no puedo dejar que se te lleven!

La Piedra del MatrimonioOù les histoires vivent. Découvrez maintenant