7. 10 A.M.

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"Son, son las 10 de la mañana, no tengo que ser clarividente para darme cuenta que no estás. Qué esto que se supone que los dos tenemos no funciona como lo queremos y que el amor ocupa devoción"- 10 A.M/ Zoé

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Emilia iba abriendo poco a poco los ojos a causa de la luz solar que entraba por las cortinas.

En seguida, ya con la visión restablecida, se sentó lentamente en la cama en la que anteriormente estaba dormida para darse cuenta de que Claudio no se encontraba a su lado.

-¡Claudio!- llamó incontables veces a lo ancho de toda la habitación, pero era inútil, él se había marchado.

Sin embargo, a pesar de todo, sonrió mordiendo su labio inferior recordando lo que ayer había acontecido, y es que no solo confirmó sus sospechas sobre lo que Meyer sentía por ella; sino que ahora estaba segura de que muy pronto iniciarían una relación.

Miro atentamente hacia las sábanas las cuales eran testigo de un amor y deseo descontrolado entre ambos jóvenes, de repente, como si fuese el destino, sonrió al visualizar una rosa roja en el lado donde en la madrugada se encontraba el oji-verde, acompañada de una pequeña nota.

"Emi, tuve que irme, disculpa, te veo en Like. Ernesto te llevará"

¿Cómo no caer rendida ante aquel romanticismo?.

Ahora solo quedaba arreglarse lo más rápido posible, pues presentía que su príncipe le tenía una sorpresa preparada.

Lo que no sabía, era el tipo de sorpresa que se llevaría.

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La oji-verde empezaba a besar la comisura labial de León una vez más, intentando persuadirlo de besarla como anoche lo había hecho, mientras dejaba caricias en toda su anatomía cervical.

—Machu, neta ahora no—le susurró estático alejándola un poco.—¿Podemos platicar después?.

—Ayer no decías lo mismo—habló seductora—Ambos estábamos tan inmersos en nosotros mismos que ni siquiera importaba hablar—rió—¿Qué sucede León?, ¿Otra vez llorarás por la chola?.—rodó los ojos algo molesta.

"Emilia" era lo único que le pasaba por la mente al chico, y de alguna manera, María Asunción lo sabía, estaba completamente consciente del enamoramiento que sentía hacia ella, pero también tenía la clara convicción de lograr que aquella fémina desapareciese del mapa.

Siempre lograba lo que se proponía; enamorar a León Rubio no sería la excepción.

De cierta forma, aquel bello mexicano se había vuelto su obsesión, le miraba sin que se diera cuenta, lo celaba sin que supiera, y sobretodo, se estaba enamorando de el sin siquiera percatarse de ello.

—No le digas asi, ¿Sale?— propuso—y por favor, quiero estar solo.- contestó algo insoportable.

La bella chica dudó sí decirlo o no, pero finalmente recitó antes de abandonar el dormitorio de su amado una frase que le rompería el corazón.

—No puedo creer que estés recreando lo que Emilia hizo contigo y ahora me lo hagas a mí.— confesó con voz quebrantada— Me usas como ella te usa a ti, date cuenta.—comentó al momento en que sus ojos se llenaban de lágrimas malentonadas —Tony usa a Claudio, Claudio usa a Emilia, sé que Emilia te usa a ti, tan solo basta observar lo preocupado que luces por ella— infirió—Pero conmigo no pasará lo mismo, León... A mí no me vas a usar, y mucho menos seré tu consuelo.— aseguró azotando la puerta, haciendo que una de las bisagras empezara a desatornillarse.

Se AcabóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora