Jack

11.7K 719 60
                                    

Hacia mucho tiempo no me levantaba tan de buen humor, creo que esa castaña trajo consigo un vendaval de cambios, para mi vida y para la casa.

Mientras bajaba las grandes escaleras que conducían al primer piso donde se encontraba el comedor no podía desaparecer la sonrisa de mis labios.

— Joven— saludó Wilson con un asentimiento de cabeza— En minutos le será servido el desayuno.

Esa es una de las labores de Peter o tal vez de Kathell en caso de que no esté el primero, supuse que Kathe aún no había bajado o estaría ocupada poniéndose al día. Lo extraño era la ausencia de Peter.

— ¿Puedo saber porqué estás haciendo esto tú?.

— Kathell espera su desayuno y Peter está recogiendo a sus padres al aeropuerto.

Así que mis padres vendrían y me lo habían ocultado para que no escapara.

— Quiero mi desayuno aquí, pronto Wilson— ordené.

En menos de 10 minutos mi castaña hizo presencia con una bandeja que portaba mi desayuno; llevaba puesto un vestido holgado encima de las rodillas color lila, que dejaba sus hombros al descubierto y gracias a la coleta alta me permitía ver un escote en su espalda que no sobrepasaba a lo vulgar.

Mi castaña término de ordenar el desayuno y me mantuve en silencio.

— ¿Sabías que venían mis padres?— inquirí mientras untaba una tostada con miel.

— No joven— dijo debido a que contábamos con la presencia de Wilson en el comedor— Nadie lo sabía a excepción de Peter.

— En 10 minutos la necesito preparada en el estacionamiento para que vayamos por algunas cosas necesarias para el cambio de decoración—  tome un sorbo de café— Pueden retirarse.

Necesitaba llevar a mi chica por los cuidados correspondientes y no quería estar allí para la llegada de mis padres, no quería verles, era demasiado extraño que vinieran así.

En el camino no hablamos de absolutamente nada hasta que llegamos a una clínica donde alguien nos esperaba adentro.

— ¿Estás bien?—Inquirió Kathell en cuanto abrí su puerta para que bajara.

— No es tu problema Kathell.

Me había mantenido callado para que ella no pagara por cosas que no había hecho. Sentí una punzada cuando vi una mirada lastimada que rápidamente disfrazó.

Me siguió en el camino, subimos por el ascensor hasta el tercer piso donde me habían dicho que era ginecología y no me equivoque, habían mujeres embarazadas y otras que no demostraban estarlo, habían pocos hombres y todos venían de acompañantes.

— Buenos días. ¿En qué puedo servirles?— preguntó la amable recepcionista que rondaba entre los 50.

— La doctora O'Connell. Dígale que aquí está Jack Williams.

La recepcionista asintió y se comunicó con la doctora.

— Que pase inmediatamente— nos señaló el pasillo— La tercera puerta.

— Jack qué gusto verte— una mujer de más o menos 30 años, se levantó del asiento caminando hasta nosotros, portaba un vestido ajustado rojo, cubierto por una bata blanca, su cabello negro hacia juego con el carmesí de sus labios y su traje, contorneó las caderas hasta llegar a nosotros y me abrazó lo más coqueta posible, pude observar la mirada de "aléjate o te mato" lanzada por mi castaña y decidí jugar un poco.

—¡Oh! Angeline el gusto es mío, te mantienes igual de guapa— le dí una vuelta— Esbelta como siempre.

— Y tú siempre tan atractivo y seductor— acarició mi barba con sus uñas postizas pintadas del mismo color de su vestido— Tomen asiento.

A Sus Órdenes Joven WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora