Book of Lies『 yuwin 』

Capítulo noventa y ocho

Sirenas.

Mark se despertó a las cuatro de la madrugada, gruñendo mientras la habitación se iluminaba con luces rojas y azules, casi cegándolo. Una vez que se dio cuenta de qué eran, sonrió con deleite. Al fin iba a ser llevado, y sus vidas serían seguras, una vez más. Con no más Yuta, no habría más temor.

Temblando, Mark salió de su cálida cama y abrió la puerta sólo una grieta para intentar escuchar lo que estaban diciendo.

"¡-tú vete a la mierda! ¡Quita tus jodidas manos de encima mío!"

"Cállate, Nakamoto. Ya has terminado."

"¿Mi novio está muerto y así es como me tratan? Qué irrespetuosos."

"Señor, tu querido amigo Mark nos dijo lo que realmente dijiste, no servirá de nada mentirnos. No hay nadie a quién mentir, ahora. Así que sólo para."

"Espera, ¿fue Mark? ¡Ese jodido bastardo! ¡soLO ESPERA HASTA QUE SALGA DE LA CÁRCEL, MARK!"

"No lo harás. Ahora cállate-"

La puerta se cerró de golpe.

Mark suspiró, aliviado, deslizándose hacia abajo por la puerta, con una sonrisa permanente plasmada en su cara. Lo había hecho. Yuta se había ido ahora, y todos estaban felices.

Aparte de Sicheng, pero los errores de Yuta nunca podrían ser borrados, no importa cuánto todos recen y supliquen; Sicheng se había ido. Para bien.

De repente, un suave golpe fue oído al otro lado de la puerta.

"¿M- Mark..?"

Era Jisung.

Mark se levantó rápidamente, y abrió la puerta.

"Hola, Jisung. ¿Cómo estás?"

"Estoy bien, ¿qué hay de ti?"

"Podría estar mejor."

Sólo estaba diciéndole la verdad a Jisung, incluso si él fuera sólo joven.

"Oh, igualmente."

Mark hizo una pausa.

"Jisung, ¿quieres saber algo? No le he contado a nadie sobre esto."

Los ojos de Jisung se ensancharon.

"¡Vale!"

"Pero no le puedes decir a nadie."

"Oh- oh."

Mark frunció el ceño, y dudó.

"¿Sabes sobre Sicheng?"

Jisung asintió.

"Yuta no lo mató."

Las cejas de Jisung se elevaron.

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i.