Capítulo 49: Bailando

Începe de la început
                                    

La Katana japonesa pareció atraerle. La admiró largo rato, sujetando la funda de madera para sacar muy lentamente la hoja, con cuidado. Era una de las armas favoritas de Severus, aunque una Wakizashi sería más apropiada, por su menor tamaño, para Harry. Pero finalmente Harry la dejó de lado también y se dirigió hacia las espadas largas inglesas o Montantes.

El chico las probó con ojos iluminados por el entusiasmo. Severus se preguntó si las habría elegido porque había visto a su padrino usarlas. El Montante propiamente dicho no era apropiado para Harry, ya que era demasiado extenso y pesado para su frágil constitución. Se sintió complacido cuando finalmente el chico dejó las espadas de mayor tamaño para escoger una hoja más ligera, como la que los Templarios habían utilizado. La sostuvo entre las manos largo rato, mirándola, hasta volverse hacia Severus.

–Ésta –dijo, seguro. Severus asintió.

– ¿Por qué ésa? –quería asegurarse de que el chico entendía su propia elección.

–Parece familiar –dijo simplemente– Me inspira confianza.

Severus asintió de nuevo, comprendiendo:

–Se hizo usando como modelo la espada de Gryffindor. Mataste a un basilisco con ella. Es lógico que te inspire confianza. ¿Por qué diste de lado los estoques? –lo cierto es que la constitución de Harry se prestaba más a ese tipo de esgrima...

–No me gustó el peso que tenían –respondió, encogiéndose de hombros.

Severus sonrió levemente: era muy típico de un Gryffindor tener una espada de mayor peso entre las manos. No obstante, su elección final seguía siendo correcta.

–La espada que has elegido está bien, pero te enseñaré más de un estilo, puesto que si no te resultará difícil adaptarte a un cambio de circunstancias. Te entrenaré espada larga y el Wakizashi –hizo un gesto para señalar la espada corta japonesa– Las dos armas usan estilos muy distintos, y ambas serán apropiadas para ti.

–La espada que tú usaste era una espada larga, ¿verdad? –preguntó Harry. Severus alzó una ceja, complacido por el hecho de que el chico se hubiese fijado en la hoja que llevaba.

–Sí. Está hecha a medida, de acero mágico –explicó– Si te conviertes en un experto probablemente te acabes haciendo fabricar la tuya algún día –hizo seña a Harry para que le siguiera hasta el centro de la habitación– Lo primero es realizar un hechizo Tectum –informó mientras sacaba la varita. Apuntó a la espada que el chico llevaba y habló lentamente para que Harry pudiese aprenderse el hechizo. Una luz brillante cubrió brevemente la hoja– Lo practicarás después, pero nunca entrenes sin ese hechizo hasta que te dé permiso, ¿de acuerdo?

Harry asintió y probó el filo, notando de inmediato el efecto del hechizo: aunque la espada seguía afilada, por mucha presión que ejerciera no cortaba la piel.

–Un muggle no aprende jamás con una espada de verdad –le informó Severus– mientras que los magos simplemente aprendemos hechizos para protegernos. Sin él, no podría garantizar que no te hirieras. Ahora blande la espada, nota su peso, acostúmbrate a él.

Se apartó unos pasos para mirar, divertido, cómo Harry manejaba la espada con entusiasmo. Le dejó hacer unos minutos, antes de informarle de la corrección más obvia, pero importante:

–Con la izquierda, Harry –dijo sonriendo socarrón– Eres un mago, no un muggle. Tu varita es tu mejor arma, así que va en la mano hábil; la espada va a la otra.

Harry se sonrojó, avergonzado, y cambió la espada de mano rápidamente. Esta vez balanceó el arma con mayor torpeza.

–Es raro –confesó.

La Piedra del MatrimonioUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum