Capítulo 45: Amaestrando al dragón

Start from the beginning
                                    

Conocía a Lucius de toda la vida, y no recordaba que jamás hubiese expresado interés en otro hombre. Por lo que Diana le había dicho, Julius había tratado de seducirlo y no lo había logrado. Y aunque Lucius no tenía escrúpulos en seducir a vírgenes o personas mucho más jóvenes que él -la amante por la que había matado al padre de Severus sólo había tenido catorce años-, siempre se había tratado de mujeres. Aun así, Lucius encontraba que Harry era atractivo... El verdadero motivo por el cual Severus había hecho que McGonagall vigilara la puerta durante la reunión con Fudge había sido la forma en que Lucius había mirado a Harry en el gran comedor. No pensaba permitir que ese hombre se acercara a diez metros del chico.

¿Era por el poder? ¿Era eso lo que le confundía tanto, deseo de poder? Nunca había creído en los ideales del Señor Oscuro, siempre había pensado que su discurso apuntaba a la locura. Se había unido a los Mortífagos únicamente para detener a su padre y restaurar el honor familiar. No obstante, entendía la atracción que ejercía el poder, y había abrazado ciertos aspectos de aquella vida: los deportes de sangre, los crueles duelos a espada y varita contra cualquier contrincante lo bastante inconsciente como para enfurecerle, o lo bastante estúpido como para desafiarle. Culpaba en parte a los Merodeadores, que le habían atormentado; su reacción había sido volverse despiadado y salvaje. Siempre había pensado, no obstante, que era ejercicio, no un reflejo de su verdadero yo. Mientras espiaba para Albus, jamás había perdido de vista el objetivo real. ¿Pero y si sus motivos no habían sido tan irreprochables como él había creído? ¿Y si se había unido a Albus y a la Orden por el simple deseo de pertenecer a algo más grande que él mismo, por ser parte del poder que Albus poseía, no porque fuese lo correcto?

¿Y si deseaba a Harry por el mismo motivo?

El chico era joven y muy ingenuo respecto a ciertos aspectos de la vida. Siempre sería más pequeño de estatura, más delgado y físicamente más débil que él, pero se estaba volviendo cada vez más evidente que Harry Potter poseía una magia mucho más poderosa que la suya, quizás más poderosa que la de nadie que conociese. Sólo tenía dieciséis años y había realizado proezas que Severus se sabía incapaz de hacer. Para empezar, él nunca habría podido mover el monolito, y para seguir realizaba sin esfuerzo aquellos hechizos que nadie más conseguía que funcionasen; aunque no tenía ni idea de oclumancia, poseía una voluntad inquebrantable, una fortaleza mental que no le permitía rendirse, fuesen cuales fuesen las circunstancias. No sabía manejar una espada, pero había matado a un basilisco a los doce años. Le habían tenido encerrado en una alacena la mayor parte de su vida, pero se había plantado ante un ejército de guerreros endurecidos y les había guiado en la batalla sin dudar.

La noche anterior, al tocarle, había sentido cómo el poder irradiaba de su piel, y había sido embriagador. ¿Era eso? ¿Ése era el motivo de sus "sentimientos", el deseo de poder? ¿No había habido jamás en su vida nada bueno, noble o puro, sólo ambición propia de un Slytherin? Era una idea deprimente.

Pero lo que era cierto es que no había mentido a Harry. No pensaba en honor o deber cuando se había lanzado al rescate. Lo único que tenía en la cabeza en aquel instante era traer a Harry de vuelta a salvo, protegerle aunque le costara la vida.

Severus suspiró y sacudió la cabeza. ¿Por qué no venían los Gryffindors con manual de instrucciones? Le hubiese simplificado mucho la vida.

---------------------

Charlie Weasley nunca se había considerado falaz: como la mayoría de Gryffindors prefería afrontar las cosas de frente, y dejaba las maquinaciones a los Slytherins. Pero su entrenamiento con dragones le había enseñado a cazar, y falso o no, sabía cómo tender una trampa.

No sabía qué había incentivado la idea. Al principio no había sido más que un interés pasajero. Había visto cómo Draco Malfoy le había mirado la otra noche; no era el primero en mirarle así. Recordaba, hacía dos años en el Torneo de los Tres Magos que se habían cruzado sus miradas más de una vez. No le había dado más importancia que pensar con cierta diversión que uno de los poderosos y encopetados Malfoy contemplaba a un Weasley con algo bien distinto al desprecio.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now