Capítulo 8 (Segunda parte)

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Como si los años no pasaran en ella, su postura y su rostro eran como el de una mujer de cincuenta años de edad y no el de una señora de ochenta. Su cabello lacio recogido continuaba teniendo el mismo peso y brillo de siempre, a pesar de que ya no era tan fuerte como antes debido a tantas tinturas para mantener su tono rojizo; y sus ojos verdes resplandecían igual que siempre, iguales a los de mi padre y mi hermano.

- ¿Donde está mi querida Sophie? - Preguntó ella un tanto confundida mientras sacaba de su refrigerador su típico gran pastel de chocolate, café y ron para cortarnos una generosa porción a cada uno junto con un poco de café recién hecho.

Como todas las abuelitas, ella ni siquiera nos preguntó si deseábamos comer pastel a estas horas; y obviamente nosotros aún si nos preguntara no nos íbamos a negar. A pesar de que en la cocina abundaba un delicioso olor a salsa y carne porque, como siempre, ella comienza a cocinar desde la mañana, era imposible decirle que no a ese pastel. Que bueno que no le dijimos que no habíamos desayunado, o a la fuerza nos estaría metiendo a la boca unos sándwiches de prosciutto curado por el abuelo y legumbres de sus cultivos, y luego la comida para el almuerzo.

- Sophie se dedica a modelar para una revista de verano bastante conocida allá en Los Angeles. - Expliqué, ya que Marco tenía la boca repleta de pastel y café.- Quizo venir, pero esta semana tiene otra sesión de fotos y no puede faltar ya que a penas está comenzando.

- ¿Sophie, modelo? ¡Oh, vaya! Si hubiese apostado con tu padre luego de que tú y tu hermana cumplieran los dieciséis, habría ganado. Siempre supe que ella sería más como tu madre, porque tú siempre has demostrado tener el carácter de tu padre... Excepto cuando tu hermano y tú se molestan. Eso sí se lo heredaron de ella. Típicos descendientes de árabes... - Aquello último lo murmuró por lo bajo, pero tanto Marco como yo nos miramos de reojo y no pudimos evitar sonreír por eso.

Siempre supimos que a ella le hubiese encantado que nuestro padre se casara con una mujer de su misma nacionalidad y perteneciente a una familia tan tradicionalmente adinerada como la nuestra, pero en uno de sus viajes a Latinoamérica, cuando estaba haciendo unos tratos relacionados con su empresa, conoció a nuestra madre. Según ellos, se enamoraron tan rápidamente que a él jamás se le ocurrió consultarlo con sus propios padres, y a los ocho meses volvió para invitar a todos una semana antes a su boda en Roma.

Al principio, según nuestro padre, la abuela no confiaba mucho en nuestra madre. La consideraba inferior y una aprovechada que solamente se interesaba en el dinero de nuestro padre, y no le dirigió la palabra a ninguno de los dos hasta que luego de tres años se enteró que Marco iba a nacer. Al ser el primer nieto que recibiría por parte de su único hijo varón, no pudo mantener la distancia por mucho más tiempo e inmediatamente lo nombraron como primer heredero de esta Villa; la Villa Paradiso Galliani.

- Dove sta il nonno? - Preguntó Marco por el abuelo, y ella hizo una mueca pensativa mientras sacaba unas verduras para ensalada.

- Credo che sta in la stalla, en el establo. Últimamente cree que ha vuelto a tener treinta años de edad y se la pasa recorriendo los cultivos a caballo. Dio mio! Ese viejo loco me saca canas verdes. - Gruñó por lo bajo, y ambos tuvimos que obligarnos a mantener la boca bien cerrada para no reír.

- Iré a verlo. - Anunció él mientras dejaba su plato de pastel completamente limpio y su taza de café en el lavadero.- Delizia.

Luego de depositar un beso sobre la mejilla de la abuela, se retiró de la cocina para ir en busca del abuelo al establo. Yo me quedé para ayudarla con la ensalada y a cocer la pasta, pero también para aprovechar y charlar un rato con ella. Como toda anciana, se conoce una muy buenos chismes...

- Tu primo Alejandro tuvo su primer hijo. Dio mio! Ese chico está mal de la cabeza. Tan joven y con tanto futuro... Me alegra mucho saber que tú estás siguiendo los pasos de tu padre junto a tu hermano y les demostrarás a todos que una mujer puede estudiar igual que un hombre. - Me obsequió una sonrisa divertida, y yo asentí de acuerdo.- Aún que... me sorprende que a esta altura del año no me hayas escrito para hablarme sobre algún pretendiente. Siendo tan bonita, elegante y educada, me sorprende que algún joven no se haya presentado para pedir tu mano.

- Las cosas no son igual que antes, abuela. Y no hay ningún chico que me haya pretendido hasta el momento porque no suelo salir demasiado; además, si lo hubiera, lo rechazaría. Pienso que los estudios son más importantes que perder el tiempo en una relación.

- No me tomes a mal, querida. No te digo que busques algo pasajero ni tampoco que comiences a formar una familia. Pero ya con veinte años de edad, mereces comenzar a experimentar. - Me guiñó un ojo y yo no pude evitar reír con fuerza por eso.

- ¡Abuela! - Exclamé sorprendida. Nunca antes habíamos tenido una conversación similar.

No sabía que mi abuela era tan... radical.

- ¡Yo conocí y me casé con tu abuelo a los diecisiete años de edad y comencé a tener hijos a los diecinueve! Tú con veinte por lo menos deberías... no sé. Prestar un poco más de atención. ¿Realmente nunca has conocido algún chico especial?

- He conocido a alguien, pero no tengo ni el más mínimo interés en él. - Comencé a relatarle la entrada historia de cómo Jude entró a mi vida sin dar demasiados detalles, porque realmente no valían el tiempo; y ella me miró totalmente sorprendida.

- ¿Cómo es eso de que tu hermano se transformó al ver que te dirigía la palabra? ¡Pero si es igual a tu padre! Un celoso terrible. Uno de estos días hablaré con él. Debe ser consciente de que tu ya eres una adulta y mereces tener tu propia vida. Que él sea tu hermano mayor, no le da ningún derecho a entrometerse en tu vida, porque sabes lo que está intentando hacer ¿Cierto? Quiere que tú te quedes con él por el resto de su vida. ¡Ha! Malcriado ese... Siempre supe que te había escogido como su favorita, y desde pequeño siempre fue muy celoso. - Comenzó a hablar sola nuevamente y a murmurar disgustada.- Pero mira que se vaya a poner así simplemente porque un chico te dirige la palabra. ¡Dio! Estos hombres...

- No importa, abuela. No me molesta que nos haya interrumpido. Es más, creo que se lo agradezco. Yo... yo no creo ser del tipo de chica que a estas alturas de su vida necesita comenzar a "experimentar". Me siento muy bien al estudiar, y realmente me agrada la idea de vivir con Marco. - Me encogí de hombros sin darle demasiada importancia al tema, pero ella me miró con una profunda y evidente pena en sus ojos.

- Cariño, quizás tú sientas que no eres tan llamativa, deslumbrante y coqueta como tu hermana; pero eres preciosa y tienes mucho amor para dar, y también que recibir. De mujer a mujer, te aconsejo que dejes de lado la idea de obtener un título y tener en una carrera antes que comenzar a vivir. De lo contrario, te sentirás sola durante el resto de tu vida.

No llegué a comprender a ciencias ciertas qué es lo que ella intentaba decirme. ¿Porqué cree que por estudiar no estoy viviendo? Pienso en mi futuro constantemente, y lo único que deseo es ser alguien por mí misma. Lo único que quiero ver, es a mí misma en la cima del éxito; y si deseara compartir mi éxito con alguien, para eso está mi familia. No necesito "experimentar" nada si solamente quiero estar sola...

Arte etéreo Where stories live. Discover now