Capítulo 8 (Segunda parte)

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Mientras más se acercaba la fecha de comienzo de clases, más me esforzaba por familiarizarme con las materias que tendré en mi primer año; y también dormir más de ocho horas si me era posible.

A diferencia de mí, Marco se tomaba las vacaciones muy en serio. Nunca antes lo había visto desperdiciar un día tomando sol en la piscina, o proponiendo salidas diariamente; ni siquiera cuando éramos jóvenes y no teníamos ninguna responsabilidad. Estaba tan tranquilo, que yo comencé a preocuparme por él, ya que debería estar preparándose para comenzar su tercer año de medicina. Incluso propuso que tomáramos un avión a Italia para pasar la última semana de vacaciones con nuestros padres, pero resulta que nuestra madre estará presentando su nueva colección en París y nuestro padre se encuentra en New York atendiendo asuntos de su empresa mercantil.

- Propondría que fuéramos a pasar unos días en la Villa de los abuelos, pero tengo que prepararme para una sesión de fotos para otra revista. - Dijo Sophie, disculpándose con Marco por eso.- Aún que estoy segura de que no habría ningún problema si ustedes dos nadas más se fueran a ver a la abuela. Yo podría quedarme a cuidar la casa.

- ¡Ha! Como si no te conociera. - Gruñó Marco al verle la intención.- No quiero volver a casa y darme con la sorpresa de que has maltratado todos mis autos. ¡La mayoría son de colección!

- No tengo necesidad de utilizar tus autos si tengo un par de guardaespaldas que me hacen sentir como toda una supermodelo. - Sonrió sintiéndose como si fuera la reina del mundo.- Gracias a ellos, muchos se dieron cuenta de quién era yo y que merecía pertenecer a los grupos más prestigiosos. ¡Quizás en muy poco tiempo deba viajar a Miami o New York! Nadie sabe...

- Muy bien. - Marco aceptó.- Te quedarás solamente cinco días sola para demostrarme que puedo confiar en ti, y si es así te permitiré viajar a donde quieras. Mientras tanto, continuarás viviendo aquí conmigo y bajo la mirada de Costanza y yo. ¿Entendido?

- ¿Quién te crees? ¿Mi padre? -Gruñó, pero luego lo pensó mejor y cambió su mirada amenazante por una tierna sonrisa entusiasta.- Está bien. Prometo portarme bien durante vuestra ausencia, y saludenme a la abuela cuando lleguen a Milano.

Y al cabo de unas horas ese mismo día, Marco y yo ya teníamos hechas nuestras maletas para partir. Me sentía tan feliz y entusiasmada de volver a respirar el aire de Italia, que ni siquiera se me ocurrió empacar algunos libros extra para el viaje; aún que seguramente no los voy a necesitar. En la Villa de nuestros abuelos es muy difícil no tener algo interesante que hacer, y dudo que vaya a tener el tiempo suficiente para acabar siquiera un capítulo.

¡Volveré a mi hogar! Será por muy poco tiempo, pero lo suficiente como para recuperarme.

****

Fue un largo vuelo en avión, y como llegamos a Roma de noche tuvimos que quedarnos en una habitación de hotel que siempre reservamos cada ves que venimos aquí; de paso aprovechamos para deshacernos del Jetlag. A las nueve en punto de la mañana, ya nos encontrábamos en un tren directo a Milano; y a las once ya nos encontrábamos allí, rentando un auto para llegar a la Villa.

Al llegar, la abuela Rossa nos recibió con uno de esos cálidos abrazos que te hacen sentir como en tu hogar. Por un momento pensé que cedería a las lágrimas debido a la emoción de respirar este aire fresco que tanto extrañaba, pero me mantuve fuerte porque sabia que si llegaba a hacer eso nuestra abuela nos convencería de quedarnos más tiempo. Es muy buena en eso.

- ¡No puedo creer que sean ustedes! Podría jurar que la última vez que los vi, tan solo eran un par de mocosos malcriados que se metían a la fuente de piedra como si fuera vuestra piscina privada. - Dijo, y nos tomó del brazo a ambos para llevarnos a su gran cocina donde nos daría de comer los más deliciosos platillos dignos de un verdadero italiano. Nadie sabe hacer la pizza o la pasta como esta mujer.

Arte etéreo Where stories live. Discover now