El primer beso - parte 1

2.3K 275 11
                                    

 El primer beso - parte 1.


10 años

Rhodey y Pepper no dejaban de fastidiarme. De un día para otro les había entrado en la cabeza la odiosa idea del primer beso. Era repugnante, yo seguía creyendo que eso era sólo un método para traspasarse baba.
Pepper nos había confesado que un chico de la escuela le pidió un beso y que ella se lo había dado. A la semana llegó Rhodey diciendo que consiguió que una niña lo besara. Y ahora esperaban mi turno.
Mis labios estaban sellados, no besaría a nadie. No estaba dispuesto a correr ese riesgo, podría contagiarme alguna enfermedad, besarse era muy peligroso.
—Vamos, no tiene nada de malo. Es la mejor sensación del mundo, son como miles de mariposas en tu estómago... —argumentó Pepper mientras comíamos helado en la terraza de mi casa.
—Y además te tiemblan las rodillas... es tan genial —siguió Rhodey y los dos suspiraron a la vez. Yo resoplé y me llevé una gran cucharada de helado a la boca.
—No, gracias. Paso. Y aunque quisiera, jamás lograría que alguien me besara, soy Tony el descerebrado, Tony el torpe, Tony el inútil... —podría seguir nombrando los apodos que me ponían mis compañeros, pero no quería amargarme la tarde recordando lo cruel que podían ser los niños. Jacob me decía que no les prestara atención, que nuestro padre era el jefe del de ellos y que si me apetecía podía hacer lo que quisiera. Jacob se estaba transformando en un chico malvado con el correr de los años.
—Bueno, entonces con un niño que no vaya a nuestra escuela —me dijo Pepper y algo se encendió en su mirada. Noté que Rhodey estaba con el mismo rostro cómplice, se miraron y sonrieron.
—Y que esté cerca, que te conozca y que se muera por ti. ¿Se te ocurre alguien Pepper? —preguntó Rhodey. Me estaban asustando, sonreían de una manera amenazadora.
—Sea quién sea, no lo haré. Sólo tengo diez años, quiero vivir mi infancia sin enredos amorosos.
—¡Tony, es normal! —exclamó Pepper. Que testarudos eran mis amigos.
—¡No lo haré! —les grité—. No besaré a nadie.
—Bien, si esa es tu decisión —Rhodey se cruzó de brazos y miró de soslayo a Pepper, quien hizo lo mismo y se pusieron de pie—. No beses a nadie, no te podemos obligar. Pero... nunca mencionaste algo sobre si un niño te besara.
—¡No, no, no, no! —les espeté.
Los corrí de mi casa y les dije con seriedad que me hablaran cuando pensaran racionalmente.
A la mañana siguiente, me encontré en el desayuno con Steve. Desde que se cambió de escuela se había vuelto más esquivo. Intenté hablarle y decirle que haría sufrir a Sharon, pero él parecía estar en otro mundo, así que desistí y en semanas las cosas quedaron como antes.
Saludé a Lilia, que me preparaba un tazón con cereales y pan tostado, y le dediqué una fría mirada a Steve como unos buenos días. Sin embargo, a diferencia de los otros días, él no se levantó de su silla y dejó su comida a medio terminar, sino que se quedó allí con la mirada perdida observando su cuchara.
—Tony, quiero hablar contigo —me dijo de repente. Lilia nos miró y sonrió.
—Le llevaré el desayuno a tu madre, Tony —tomó una bandeja con una taza de café y unos pastelitos de fresas y salió, dejándonos solos.
—¿Qué quieres?
Él se acomodó en su silla y presencié algo que nunca esperé por parte de él: inseguridad.
Abrí la boca como tonto, Steve el niño listo de todos los tiempos estaba nervioso. No pude evitar reírme.
—¿De qué te ríes? —me preguntó.
—De nada —le respondí, pero no pareció muy convencido. Jugó unos minutos más con la cuchara y se puso de pie con la cabeza gacha. Incliné mi cabeza para mirarlo a los ojos y me fijé que sus mejillas estaban encendidas.
—Steve, ¿qué te ocurre? —pero antes de responderme, se abalanzó sobre mi y chocó su boca contra mi ojo—¡¿Me quieres dejar ciego?!
¿Qué había intentado hacer? Casi asesina a mi pobre ojo.
Me tapé el ojo herido con la mano y lo observé. Estaba de pie frente a mí e incluso más colorado que antes.
En eso, volvió Lilia. Tenía una sonrisa en el rostro y tarareaba una canción alegre, pero quedó en silencio al vernos a nosotros.
—¿Qué te pasó en el ojo, Tony? —preguntó al darse cuenta que cubría mi ojo.
—Steve me golpeó —le contesté.
—¡No, yo sólo trataba de...! —guardó silencio, no terminó de decir la frase.
—De asesinarme, eso querías —le dije, exagerando la situación.
—Tony, cariño. No creo que Steve haya querido asesinarte, ¿verdad, Steve?
—Por supuesto que no, yo jamás te haría daño —me calmé unos segundos y en ese preciso momento, apareció Sarah en la puerta de la cocina.
—Chicos, ¿no me oyen? Tony el auto está esperándote y Steve, tu hermana se irá si no te apresuras.
Lo fulminé con el ojo bueno y me encaminé hasta el auto. Afuera se escuchaban los bocinazos que daba Jacob porque no me apuraba.
—¡¿Tienes los pies de lana, Tony? Debo dar un examen muy importante y necesito llegar a tiempo! —gritaba a todo pulmón por la ventanilla. Me subí e ignoré las quejas de mi hermano. Las hormonas lo estaban volviendo loco, era lo más seguro.
Cuando llegamos, Jacob se escapó a su clase para estudiar antes de su examen y yo tuve que ir a dejar a Max a su salón. Este era su primer año y el castillo lo aterraba.
Después de soportar el llanto de Max, el berrinche que armó para que no lo dejara, me fui finalmente a la primera clase del día: Literatura.
—Tony, ¿ya pensaste lo del beso? —me preguntó Pepper cuando llegué. Yo le había advertido que no me hablara hasta que dejara de molestar con eso. Hice oídos sordos y me senté al lado de Bruce como si nada hubiese sucedido.
—¿Qué pasó ahora? —inquirió mi primo.
—Nada —le respondí.
—¿Qué tienes en el ojo? Está hinchado —me dijo Bruce, con cierto terror en la voz. Yo me toqué el ojo, y en efecto, estaba hinchado.
—Y morado —agregó Pepper.
Mataría a Steve cuando volviera a casa.
Desde la torre más alta sonó la campana anunciando que las clases comenzarían. Rhodey llegó atrasado y la maestra le quitó una estrella.
Pasé toda la mañana ideando formas para torturar a Steve y quitarme a mis amigos de encima. Cuando la clase terminó, estaba guardando mis cosas hasta que la maestra me llamó.
—Tony, Bucky ¿podrían venir un momento? —miré a Bucky de reojo. Seguía sentado con Sharon, pero ya no comía pegamento. Incluso, se comportaba como un niño normal.
Caminamos hasta el escritorio de la maestra y le hice señas a Bruce para que supiera que me esperara en el mismo sitio de siempre.
—Necesito que le entreguen esto a sus padres —nos dijo. Nos entregó un sobre blanco a cada uno y nos dedicó una mirada severa.
Ambos asentimos y yo guardé el sobre en mi mochila.
A la salida, la curiosidad por saber que decía el sobre me estaba desesperando.
—Tony, hoy vamos a tu casa —me dijeron Pepper y Rhodey. Con el asunto del sobre, olvidé que estaba haciéndoles la ley del hielo y dejé que se subieran al auto que me iba a recoger.
Bruce se nos unió y junto con mis hermanos, nos marchamos.
Apenas pusieron un pie dentro de mi casa y Rhodey y Pepper comenzaron a preguntar por Steve. No le di importancia y los dejé que lo buscaran. Yo tenía otros asuntos que tratar.
—¡Sarah! —grité. Pero ella no respondió.
Mis padres nunca asistían a las reuniones de la escuela, así que la carta estaba dirigida para Sarah.
Como no lo resistía más, saqué el sobre de mi mochila y lo abrí.
—¿Qué es eso? —me preguntó Bruce. Le dije que se acercara para leerla conmigo.
Pero fue un error, porque en seguida la vergüenza hizo que soltara el papel y que me dieran ganas de llorar.
—Eso no es posible, Tony —exclamó Bruce. Pero si que lo era.
Ya no prestaba atención en clases, no hacía mis tareas, ni los proyectos. Era obvio que en algún momento esto ocurriría.
Había reprobado el año y tendría que repetirlo el que seguía.
Seguro que Bucky también había repetido el año.
Sarah iba a matarme cuando se enterara.
—¿Qué vas a hacer, Tony? —me preguntó Bruce, después de que la sorpresa se nos pasara.
—Convertirme en el mejor amigo de Bucky, no pienso estar solo el próximo año.
El puso los ojos en blanco y supo que ya lo había superado.
¿De qué me serviría el colegio? De nada, sólo desperdiciaba años de mi vida encerrado en una habitación con niños estúpidos, cuando podría estar viendo televisión en mi casa.
—Ni una palabra a nadie, Bruce. Si no se los cuento, no se enterarán.
Bruce asintió e hicimos el juramento del dedito.
Fuimos hasta la terraza para encontrarnos con Pepper y Rhodey, pero ellos no estaban allí.
—¿Dónde se metieron ahora?
Los buscamos por todas partes, pero no podíamos hallarlos. Hasta que recordé que estaban tras la pista de Steve.
Con Bruce, fui hasta la habitación de Steve a ver si estaban allí mis amigos.
—Para la próxima, no seas tan precipitado... —escuché. La voz era de Pepper y venía de adentro del cuarto. La puerta estaba entreabierta y alcanzaba a escuchar la conversación.
—No habrá próxima, el cree que intenté asesinarlo... —decía Steve.
—Ese niño cada día está más loco —dijo Rhodey.
—¿De que están hablando? —me susurró Bruce. Le hice una señal para que guardara silencio.
—Tienes que besarlo, Steve. Ahora, ya —exclamó Pepper.
Me tapé la boca para no gritar y agarré a Bruce del brazo para llevármelo hasta mi habitación.
—Ese... ahhhh.. y ellos... todo era un plan... por eso en la mañana.... Debí sospecharlo —comencé a gritar en cuanto me tiré encima de mi cama.
—No sé de qué estás hablando —me dijo Bruce.
Le expliqué todo y el estuvo de acuerdo conmigo. Además, cuando yo besara a alguien, la siguiente víctima sería Bruce, así que se unió en mi lucha.
—¿Y qué harás?
—No lo sé.
(...)
Había pasado una semana desde que descubrí que mis amigos le habían dicho a Steve que me besara. Aún pensaba en lo que ellos le dijeron para que él aceptara su propuesta.
Comencé a hacerme amigo de Bucky, él me había dicho que sus padres le dieron una paliza cuando se enteraron que reprobó el año. Era un niño muy agradable.
—Bucky, ¿quieres venir a mi casa a jugar? —le pregunté cuando estábamos en Arte. Él aceptó encantando, me dijo que era la única persona de la escuela que le hablaba.
Ese día sólo Bucky fue a mi casa, y fue un alivio para mí.
Steve no lo saludó cuando lo vio. Estaba seguro de que lo recordaba, pero por alguna razón lo ignoraba.
Pasamos la tarde viendo películas y jugando videojuegos, mientras Steve nos miraba desde una mesa con cinco libros abiertos haciendo un trabajo para su escuela.
Entonces se me ocurrió una idea.
Conocía a la perfección a Rhodey y a Pepper, y sabía de antemano que harían hasta lo imposible para que besara a Steve. Pero ellos querían que besara a alguien, al fin y al cabo.
—Bucky.
—Dime...—y antes de que dijera algo más, lo besé.
Fue simple, cortó y preciso. Me separé antes de que me dieran arcadas y le sonreí para no quedar en evidencia de que no me agradaba para nada haberlo besado.
Él tenía los ojos como platos y comenzó a sonrojarse.
Miré disimuladamente a Steve, tenía la misma expresión que Bucky, a diferencia de que sabía que su rostro no estaba rojo de vergüenza.

MARRY ME  // STONYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora