Capítulo 42: Caramelos de limón

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Completamente desconcertado, Harry permitió que Dumbledore le sacara de allí, haciendo una breve pausa para mirar por encima del hombro a Remus. Sin embargo, Severus se interpuso, bloqueando su visión, y se encontró con que el Maestro de Pociones le miraba furioso. Al menos sus ojos eran del color normal de nuevo, pero le provocaron un estremecimiento, no obstante. ¿Qué le sucedía a todo el mundo?

En breves instantes todos estaban sentados en la oficina, en sillas de brillantes colores que el Director transfiguró para ellos. Dumbledore ofreció caramelos de limón a todos. Harry se sorprendió al ver que tanto Severus como la Señora Pomfrey tomaban uno. Intentó rechazarlos, pero Dumbledore le dijo sonriendo:

–Insisto, Harry. Están hechos con poción calmante, algo que todos necesitamos ahora mismo.

Inseguro, Harry suspiró y cogió el caramelo. Si Severus lo tomaba, supuso que tendría que hacerlo él también. El dulce, aunque algo pasado, tuvo un efecto inmediato en él: su corazón, que había latido de forma desaforada, se fue tranquilizando.

–Señor, ¿qué le ha pasado a Remus? –Preguntó entonces– ¿Por qué está encadenado? No habrá luna llena hasta dentro de unos días.

–Severus le contó lo de la propuesta matrimonial –dijo Dumbledore, a lo que Harry asintió, atento– Desgraciadamente, cuando Remus lo oyó, no se lo tomó nada bien. Me temo que se ha vuelto salvaje.

Harry asintió de nuevo:

–Sí, eso me dijo, que había perdido control del lobo. Dijo que estaba intentando recobrarlo, pero que no era seguro para mí quedarme a su lado. ¿Pero qué pasó exactamente... qué significa eso para él? ¿Estará bien, verdad? No nos haría daño. Conozco a Remus, nunca le haría daño a nadie.

– ¿Habló contigo? –dijo Dumbledore, abriendo mucho los ojos– ¿Te dijo que intentaba recuperar el control?

Harry asintió, echando un vistazo a Severus. El hombre parecía profundamente descontento, pero ahora miraba con gesto fiero al suelo, no a Harry. El Director se recostó en el asiento y suspiró pensativo, mirando tanto a Severus como a la Señora Pomfrey. Harry no estaba muy seguro de qué podía significar la mirada que intercambiaron los tres.

–Bueno, algo es algo. Está lo bastante consciente como para comprender lo que ocurre. Remus Lupin siempre fue un hombre extraordinario.

– ¿Señor? –interrumpió Harry. Dumbledore sonrió y le dio unas palmaditas en el brazo a Harry.

–Harry, en ocasiones los hombres lobo pierden el control sobre la parte animal. Viven en conflicto constante entre su naturaleza humana y su naturaleza lupina. Cuando hay luna llena, la mente racional es reprimida y el lobo tiene supremacía, pero durante el resto del mes el cazador está allí de todas formas, intentando surgir. En algunas ocasiones, los débiles de voluntad ceden y permiten que el lobo los posea por completo y se vuelven salvajes al poco de ser infectados. Cuando esto ocurre se convierten en una amenaza para todos; ya sabes lo fuertes que son físicamente. Habitualmente el Ministerio se ocupa de ellos antes de que hagan demasiado daño.

– ¡Remus no es débil!

–No, claro que no –asintió Dumbledore– Remus es uno de los hombres más fuertes que conozco. Y es de las pocas personas que ha podido sobrevivir sin pervertirse durante su vida entera, pero eso no quita que es casi imposible para cualquier hombre lobo resistirse a algunos instintos, y anoche perdió el control. El que haya sido capaz de hablar contigo y avisarte del peligro es extraordinario. A la mayoría de hombres lobo les resultaría imposible, una vez en estado salvaje.

Harry tuvo una idea, y lanzó una mirada furtiva a Severus. El hombre, sentado en una de las sillas más cercanas a la mesa de la Señora Pomfrey, le estaba lanzando una mirada negra de nuevo, los brazos cruzados sobre el pecho, la expresión austera e imponente.

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora