Capítulo 3

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Al día siguiente me desperté temprano, era el primer día de clases. Me encontraba nerviosa y expectante.

En esta escuela no usaban uniforme, me vestí con algo simple y me maquillé sólo un poco. No tuve ganas de desayunar.

Pedí un taxi y le di la dirección, me dejó enfrente de un complejo de edificios. No parecía una escuela, era demasiado grande y con edificios repartidos por doquier.

Entré por una de las puertas principales, unos cuantos se saludaban pero la mayoria eran nuevos, al igual que yo, y se limitaban a descifrar el mapa de la escuela y a buscar el salón adecuado.

Me acerqué a la taquilla de información, me dieron mi mapa, horarios y reglamento, los tomé y me dirigí a los casilleros.

Después de dejar mis pertenencias y unos cuantos libros, traté de buscar el salón 2C.

Lo localizé en el tercer piso y cuando entré no muchos me pusieron atención, pero una chica de cabello rubio oscuro se me quedó viendo y al final se acercó.

-Hola, ¿eres nueva?

-Sí ¿es tan obvio?

-Un poco- dijo sonriendo- Pero¿De casualidad serás pariente de Julie Martin?

-Sí, soy su prima.

-Un gusto Christina-dijo dandome un abrazo.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Soy Ross, mi hermano André, es novio de Julie. Ella nos habló de tí, ven- dijo tomandome del brazo y arrastrandome hasta donde estaban unas personas.

-Ella es Christina, prima de Julie.

-Hola- murmuré insegura.

-Ellos son: Karen- señaló a una chica de ojos cafés y expresión amable - Bruce - un chico bastante apuesto y de cabello ondulado asintió- y por último Greg.- Él tenía gafas y una sonrisa dulce.

-Bienvenida Christina- dijo Bruce - ¿Qué tal te  parece la escuela?

-Es muy bonita, mucho más que mi anterior escuela.

-Que bueno que te agrade.

Y seguimos conversando. Greg era muy callado y casi no opinaba, al igual que Karen. Pero Ross y Bruce eran muy divertidos y rápidamente me hice amiga de ellos.

La maestra entró e hizo que nos presentaramos.

-Hola soy Christina-dije cuando llego mi turno- y me encanta cocinar, leer el diario y tomar fotos.

La clase entera me vio de manera extraña, pero Ross intervino.

-¡Que interesante!-dijo Ross.

Todo mundo asintió y sonrió, aceptando lo que Ross había dicho.

Las clases pasaron hasta que llegó el almuerzo. La comida de la cafetería era asquerosa y me hice un recordatorio mental para preparar mi propio almuerzo. Pero por ese día no pude hacer nada.

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