Capítulo 38: Política

Comenzar desde el principio
                                    

Severus, al igual que los demás presentes, no tenía la más remota idea de qué podía querer decir con aquello. Por lo que él sabía, los Dementores únicamente se alimentaban de almas humanas... pero por la mirada sorprendida de Harry comprendió que él sí sabía a qué se refería el Ministro.

– ¿Se refiere a los Wyrms? –el chico parecía sentir nauseas ante la idea, y Severus deseó haber tenido tiempo de preguntar a Harry qué había dicho a los Wyrms para alejarlos de la batalla. En aquel momento no le había importado mucho, salvo por el hecho de que había finalizado la batalla. Ahora no pudo evitar recordar cómo los Wyrms se habían vuelto hacia el chico como si fuesen uno sólo, y le habían realizado una reverencia llena de respeto– ¿Cómo puede sacrificar Dragones con tal impunidad? Pensaba que eran una especie protegida –Harry miró hacia Charlie Weasley buscando confirmación, pero el Ministro intervino antes de que éste pudiera contestar:

– ¡No son Dragones! –Fudge pateó el suelo, impaciente– Son animales. Según el Acta de clasificación de Criaturas Mágicas, están listados como animales, nada más que eso.

Harry negó con la cabeza:

–Son criaturas inteligentes, capaces de hablar. Si las trata de fuente de comida para Dementores, debe ser consciente de que para ello tendrían que tener almas. Lo que es más, ellos saben que las tienen, y temen tanto perderlas como los seres humanos. No sólo eso, sino que son capaces de sentir compasión y perdonar. Nos atacaron cuando luchábamos contra los Dementores, pero cuando les expliqué que habíamos aprisionado a los Dementores y sellado el Pozo, abandonaron la lucha y regresaron a sus hogares.

Fudge se quedó helado al oír aquello, con ojos desorbitados por la impresión:

– ¿Qué quieres decir, con que aprisionasteis a los Dementores y sellasteis el Pozo?

–Estaban asesinando gente –indicó Harry– Devorando sus almas. ¡Hombres, mujeres y niños! ¿Qué otra cosa deberíamos haber hecho?

– ¡Niño estúpido! –gritó Fudge, al parecer olvidando por completo que había más gente presente. Severus se tensó y buscó su varita, temiendo que Fudge atacara a Harry a causa de la rabia– ¿¡Tienes la menor idea de lo que has hecho!?

Pero Severus no pensaba permitir que Harry fuese atacado de aquella forma, no por algo que se había hecho porque era necesario, algo de lo que se debería haber ocupado el Ministerio:

– ¿De qué está hablando? –inquirió.

– ¡Necesitamos esos Dementores! –Fudge se volvió hacia Dumbledore, como esperando apoyo– Quién­Vosotros­Ya­Sabéis está reuniendo un ejército. Albus, tú lo sabes. Necesitamos que esos Dementores luchen con nosotros.

Dumbledore agitó la cabeza, con ojos duros tras las gafas:

–Ya te avisé, Cornelius, de que los Dementores son criaturas oscuras. No se unirían al Ministerio. Si Voldemort los llama, irán donde él ordene que vayan –la mayoría de los ocupantes de la habitación se estremecieron cuando el Señor Oscuro fue nombrado, y Fudge retrocedió horrorizado.

–Llevan trabajando para el Ministerio por ciento cincuenta años –insistió el Ministro– No tenemos motivos para creer que nos traicionarían. No tienes ninguna prueba que respalde tus afirmaciones, Albus.

Harry no parecía asustado o dubitativo. Sus ojos ardían, furiosos:

– ¿Y el hecho de que estuviesen matando a gente en las Tierras de Invierno no le preocupa ni un poco?

–No hay pruebas de eso –le informó Fudge, pálido. Alrik río, incrédulo:

– ¡Que no hay pruebas! ¿Y las peticiones formales de ayuda que mandamos al Ministerio, año tras años? ¡Nos ignoraron por completo!

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora