CAPÍTULO 20 - ¿LIBERTAD?

Bắt đầu từ đầu
                                    

—Es bueno.

—¿Seguro? Cualquier maltrato que hayas sufrido puedes decirlo y yo haré algo al respecto así de rápido —aseguró al tiempo que tronaba los dedos.

—Todo ha estado bien, abogado. Pero ¿a qué debo su visita? ¿No estaba pactada la reunión para dentro de tres días más?

—Ven aquí —sonrió, invitándolo a tomar asiento.

Felipe pareció confundido, pero lo obedeció sin rechistar. También el abogado se sentó.

—¿Estamos esperando a alguien?

—A decir verdad... —el abogado no pudo continuar la oración, en esos momentos se abrió la puerta de la sala y una mujer penetró con evidente entusiasmo.

—¿Madre?

Doña Margarita corrió hacia él para apresarlo entre sus brazos. Tenía los ojos llenos de lágrimas y una enorme sonrisa en el rostro. Felipe nunca la había visto así de contenta.

—¡Mi vida! Ya todo está arreglado. ¡Saldrás esta misma semana! —gritó con emoción.

El joven no pareció comprender sus palabras.

—¿Salir? Pero...

—El verdadero asesino se encuentra tras las rejas ahora mismo y a la espera de ser procesado —explicó el abogado.

—¿El verdadero?

—Se trata del hijo de doña Zoila, ¿la recuerdas, cariño?

Felipe recordaba a la vieja amiga de su madre, a quien tenía años de no ver. También tenía algunos recuerdos del único hijo que le quedaba en México. Él era cinco años menor que Higinio, pero se llevaban muy bien con él. Se trataba un chico muy extraño y distante, pero extrañamente agradable. Recordaba que protegía a los animales como si le fuera la vida en ello. Era fiel defensor de todos los felinos que encontraba en la calle y por esa razón su casa siempre estaba repletas de gatos. ¿Cómo es que alguien como él sería capaz de hacer algo tan aterrador?

—¿El verdadero?

Felipe volvió a la celda con el corazón helado. No había reaccionado de la manera en la que su madre esperaba, pero al menos había conseguido sonreír un poco al escuchar la noticia de su próxima liberación.

Al encontrarse a solas, no pudo más que dejarse caer sobre el colchón con una mirada atónita. Los recuerdos eran tan brutales y se activaban en cualquier momento. Se habían intensificado en las últimas semanas con el encierro y la ociosidad. No podía dejar de pensar en Guadalupe, y lo cierto es que ya no conservaba ni siquiera una vaga esperanza de que algún día conseguiría desterrarla de sus pensamientos.

***

—Aquí no, Lupita —suplicó Felipe al tiempo que se quitaba los brazos de la chica de encima.

Guadalupe volvió a la carga una vez más, plantando un fugaz beso en sus labios. Tenía que ponerse de puntitas para alcanzarlo, así que se colgaba de su cuello. Algo que amaba hacer.

—¿Por qué no? Nadie está mirando.

Felipe echó un vistazo a su alrededor. Se encontraban al fondo de un amplio salón. Las ventanas estaban desprovistas de cortinas, de manera que cualquiera que atravesara el solitario corredor tendría una vista perfecta de lo que sucedía ahí dentro, salvo por el punto en el que los hermanos se encontraban. Guadalupe se había asegurado de llevarlo hasta el rincón de la estancia, pero a pesar de ello, la situación era riesgosa.

Todos en la universidad sabían que eran hermanos y excepto por Renata, la mejor amiga de Guadalupe, ninguno estaba al tanto del inexistente lazo sanguíneo entre ellos. Sin embargo, y a pesar de las evidentes muestras de cariño que ambos hermanos se profesaban, ninguno sospechaba de la íntima relación que existía entre ellos.

Calliphora [Serie Fauna Cadavérica 1 ]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ