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Soundtrack: Save me// spanish

Más tarde en el día, pasé un rato por mi cuenta, caminando en el bosque de atrás de la casa, descifrando los recuerdos que Liam había liberado.

Luego de la mortal discusión de mis padres – no podía soportar ahondar en ello – mi infancia temprana había sido una caótica pesadilla de continuas mudanzas, cuidados fortuitos, y nada de amor. No se había convertido en algo completamente horroroso hasta que mi tía se enganchó con el traficante de drogas.

Pero yo ahora también formaba parte  de ese mundo.

¿Me preguntaba qué habría sucedido con el resto de mi familia? ¿Mi padre y mi madre no tendría padres o abuelos, u otros hermanos u hermanas a los cuales recurrir? Era un acertijo, y sospechaba que las respuestas no serían de lo más felices.

Sólo tenía una vaga idea de mi circunstancia, a sabiendas de que contaba con dos adultos irresponsables para que cuidaran de mí. Había sido una existencia horrible; el no saber cómo hacer para que me amen, me había retraído hacia mí misma y tomado pequeños contra Phill el abusador quien se había tomado como proyecto el hacerme daño.

Medio que admiraba a mi pequeña yo por ello, aunque pude haber evitado cierto dolor si me hubiera quedado en silencio. Me esforcé en recordar más. Mi nombre. Parecería algo sencillo, algo que uno debiera recordar.

— Grace, ¿Te encuentras bien? —  Nathan consideró que había meditado por tiempo suficiente y vino en mi busca con una caja de comida para llevar.

— Estoy bien. Sólo pensaba.

Me dio el contenedor. — Haz hecho suficiente de eso. Toma, te preparé chocolate caliente. No tan bueno como el del café, lo sé, pero debería hacerte entrar en calor.

— Gracias, necesitaba una dosis de chocolate.

Me tomó del codo, y me guió de regreso hacia la casa. — ¿Acaso sabías que el chocolate tiene químicos especiales dentro que te hacen sentir feliz?

— No necesito una excusa para el chocolate. — bebí, mirándolo de reojo. La parte frontal de su cabello, que no estaba cubierta por el gorro, tenía unos cuantos copos de nieve. Hoy sus ojos irradiaban alegría – el claro oscuro de la noche iluminada por la luna — ¿Y tú, te has estado tomando a escondidas un poco de los mismos químicos?

— ¿Mmm?

— Porque luces feliz. — sonreí de lado.

Se rió. — No, no es el chocolate, sólo tú. De eso se trata ser un Soulfinder, eres mi dosis de felicidad.

No, eso no era así: mis padres había comprobado que tener un Soulfinder significaba destrucción. Pretendía frente a Nathan que todo estaba bien, pero simplemente no podría hacerlo, no podía correr el riesgo. Esa aplastante realización me hacía sentir como si acabara de esquiar por un acantilado y aún me encotrara en caída libre.

¿Cómo se lo iba a decir a Nathan – y a su familia – que luego de ver lo que le había sucedido a mi mamá y a mi papá, no podía ser lo que ellos esperaban que fuera?

Cuando les cayera con la noticia, todo se va a tornar realmente fiero. Nathan me odiará y yo ya me odiaba a mí misma. Estaba tan asustada.

Con eso sobrevolándome , los Benedict eligieron esa noche para comenzar con los preparativos navideños de la casa. Me sentía como Judas en la cena. Jude y Kyle desaparecieron camino al ático y emergieron con cajas y más cajas de decoraciones.

— Ustedes sí que se toman esto en serio, ¿eh?

Me maravillé, tocando una hermosa bola de cristal con un angel suspendido en su interior. Ésa era yo: atrapada en una burbuja de pánico, incapaz de liberarse.

Hija De NarcotraficantesWhere stories live. Discover now