Refugio

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Aquí dentro solo hay un mueble con un cajón lleno de recuerdos, algunos eran tuyos, pero, afortunadamente, la mayoría no.
El resto solo eran cosas sin valor.

Aquí dentro solo hay un librero, con algunos de los libros en los que decidiste posar tu mirada, y otros cuantos que, incluso, decidiste tocar. Algunos hablaban sobre ti.

Aquí dentro solo hay un espejo. Uno en el que me veo todos los días solo para ver si soy digno de que me mires. Para ver si logro aspirar a verme igual de bien que tú:
Pero nadie es así de imperfecto.

Aquí dentro hay una cama. Una donde te sentaste; una donde tus manos acariciaron su piel fría esperando a entrar en calor. Una cama donde todas las noches me dedico a imaginarte y a soñarte, a veces, más despierto que dormido.
Una cama, a veces ya sin sábanas, aún nueva. Una cama que siempre soñó con tenerte una vez más en ella, no para follar, como cualquiera pensaría, pero sí para llorar al ver nuestra película favorita. O para cantar las canciones de nuestras bandas preferidas.

Aquí dentro solo estoy yo. Este es mi refugio y te lo doy. Cuida de todo lo que dejo atrás: mis recuerdos, mis libros, mis espejos y mi cama. Los dejé preparados especialmente para ti y están listos para cualquier momento en el que decidas regresar.
Puedes encender la chimenea si es que el hielo que dejaste a tu al rededor no se ha descongelado aún.

Te dejo mi refugio porque ya me decidí a no volver jamás. Puedes abrir y cerrar los cajones, si quieres.
Algunos tienen cartas que quizás querrás leer.

Algunos tienen cartas que quizás querrás leer

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