10

77 5 0
                                    

Anabella

Llegar a los brazos de mi padre después de tanto tiempo me rompió por completo, llore en sus brazos desconsoladamente y ni siquiera fue por el trauma del encierro, algo en mí se fragmentó cuando él me rechazó, sus palabras negando la veracidad de mis sentimientos, sentimientos que habían ido creciendo incluso antes de que eso pasara, no justificaba lo que hizo, pero sabía que todo habría sido distinto sin él cuidándome, no me engañaba, esos hombres no habrían sido detenidos de hacer lo que les placiera conmigo, era una realidad y odiaba eso, odiaba que se hubiera convertido en mi verdugo y héroe.

-¿Señorita Anabella usted puedo ver a sus captores?- preguntó por tercer ocasión el detective.

-¿Son idiotas o mi coreano no es muy claro? No vi a nadie, mis ojos estaban cubiertos todo el tiempo, uno de esas personas entro cuando el caos comenzó e intento abusar de mi desatando mis manos, y aproveché la ocasión para defenderme y huir, corrí hasta la carretera donde encontré a dos personas amables que me prestaron su teléfono para pedir ayuda y me llevaron hasta mi padre, sé que les regocija torturarme reviviendo todo esto, pero hasta ustedes deberían tener un límite, no vi nada, no estaba pensando en descubrir a mis captores, estaba pensando en escapar y sobrevivir- dije enfurecida, no por primera vez, había cambiado algunos detalles de la historia que se supone que manejaríamos, el tipo golpeado hasta la inconciencia no estaba en los planes.

-Si no copera estará en peligro-

-Quiero irme del país, no me importa que ocurra con los captores, simplemente quiero olvidar todo- la mirada de lastima del detective no movió nada en mí, mi orgullo y dignidad fueron pisoteados en ese automóvil.

Ocho meses habían pasado desde que fui liberada, ocho meses en los que el dolor ha sido tan abrumador que me entumecí emocionalmente, ocho meses en los que dejé de intentar ser lo que mis padres querían que fuera, apenas hablo con mi madre y no he tenido ni la más mínima intención de hacerle saber que no es su culpa lo ocurrido, no la culpo por el secuestro, la culpo por tener el corazón roto, mi papá está al límite, veo la impotencia de verme así, pero no puedo forzarme a parecer feliz, a parecer tranquila, consiguió una novia y aunque no estoy siendo hostil mi actitud hacia ella no es buena, algo en mi interior se rasga al verla feliz, al verla teniendo lo que yo no puedo.

-Tienes la mirada de una mujer sufriendo una ruptura- me tensé al escucharla, ella se sentó a mi lado, llevaba cerca de una hora en la terraza viendo a la nada.

-Tengo la mirada de una mujer que fue secuestrada, golpeada y casi violada- contestar de forma fría y sin filtros lograba hacer que la gente se pusiera incomoda y dejara de preguntar cosas, pero ella no se alejó.

-¿Has escuchado hablar del síndrome de Estocolmo?- Puse los ojos en blanco molesta, pero sin fuerza de retirarme. –Sé que no hemos podido hablar más de nosotras, soy psicóloga y he estado haciendo un doctorado, mi investigación se centra en ese síndrome- suspiró pensativa, mi mirada indiferente.

-Para eso debería haber visto a mis captores, no los vi- dije a la defensiva.

-Mi teoría es que estás mintiendo, muestras signos de depresión y aislamiento, te pones a la defensiva si alguien menciona algo de tus captores, pero no tienes problemas en hablar del secuestro o de lo ocurrido crudamente- suspiró buscando mis ojos.

-Que conveniente para ti mi situación ahora-

–No te confundas, llevo años conociendo a tu padre, sé lo que es tener sentimientos que crees incorrectos, por un hombre que está fuera de tu alcance, por eso quiero poder ayudar a tu padre a entenderte, esta situación lo está destruyendo, me hace sentir impotente- sus ojos tristes movieron las emociones que estaba forzando en enterrar.

Escala de Grises (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora