Brian se puso a observar las muñecas. Debería pensar que, tal vez, podría haber algo que utilizar por ahí. Ángel estaba mirando por la parte de debajo de la mesa tocando algún cable que había ahí, por si se había caído o algo. Después fue a investigar los cajones de la izquierda de la mesa de escritorio. Me puse a mirar en los de la derecha sin encontrar nada.

—¡Lo encontré! —gritó eufórico Ángel. Brian le pidió que callara.

Sujetaba la vela mientras Brian le robaba el lápiz a Ángel y lo pasaba encima de la hoja. Al cabo de un rato, se empezaron a ver unas palabras que tomaban forma de nota.

— "Todo está relacionado. Nada volverá a ser igual. Todo va a cambiar" leí en voz alta una vez se vio la frase.

Nos quedamos todos en silencio. Me sentía bien cuando estaban cerca. Aunque notaba energías diferentes, de alguna manera, seguía siendo lo mismo mientras estuviéramos todos.

Analizamos la nota. ¿Qué quería decir esto? ¿Quién lo había escrito? ¿Tendría que ver con las noticias y fotos de la pizarra?

—¿No tenías la nota desde un principio? —preguntó Brian.

—No. Solo descubrimos las noticias en los archivos. Luego, nos separamos. No me encontré con nadie hasta que llegué al comedor —hice memoria.

Entonces, caí en la cuenta. La única persona que había tenido posibilidad de colocarme algo en el pantalón, había sido la misma que me había animado a ayudar a Emma, el fantasma de una niña pequeña de aura gris; la que protegió a Christopher y Ángel cuando trataban de escapar de Akil, que les perseguía después de haberme sacado de La Fábrica donde me habían secuestrado La Gente de la Sombra.

—Fue Elisabeth. Conocí a tu amiga ahí, Ángel —abrí los ojos—. Tiene el aura blanca, ¿verdad? —junté las cejas.

—Si. Me alegra que por fin os hayáis encontrado. ¿No oísteis mi grito? —sus ojos se volvieron tristes.

Brian y yo intercambiamos una mirada.

—No fui porque no podría haber ayudado siendo un Nuvima —Brian se rascó el brazo.

—Pensaba que serían algunos fantasmas intentando hacerme una mala pasada. Ya sabes cómo algunos son —me encogí de hombros.

—No os preocupéis. Tiene su lógica —sonrió Ángel.

Se escuchó el rugido del viento levantarse más fuerte de pronto. Con la ventana abierta, tuvimos que cogernos a algo para que no nos arrastrara hacia allí. Ángel pronunció algo en voz alta, pero con el sonido del aire, no logré descifrar qué era.

Usé una estantería que había cerca para que me sirviera de apoyo hasta agarrarme con una mano en la mesa, y con la otra, cerrar una por una los lados de la ventana. El quejido del viento se mostró en desacuerdo con la decisión.

Nuestros cabellos parecían auténticos peinados de las películas de terror. Había acabado con todo el pelo para adelante como La chica del Pozo, mientras que Ángel y Brian me recordaban al niño de Insidious. La poca luz que había en la sala acababa de darnos este aspecto. Nos peinamos como pudimos para volver a tener nuestro cabello natural.

—Elisabeth me ayudó de lo que fuera que se me echó encima. También me dio un papel —Brian se tanteó los pantalones—. "Aunque no puedas verme, yo puedo. Espero haberte ayudado. Tu amiga, Elisabeth" —leyó Brian poco a poco. Ángel y yo nos colocamos a su lado.

Hacía años que conocía a Ángel y habíamos tenido diferentes encuentros con La Gente de la Sombra. Me fijé en que, a lo largo de los años, me crucé con fantasmas de diferente aura y aún no sabía cómo se llamaban o cuántos eran.

—¿Cuántas clases hay? No me hablaste de eso antes hice una mueca.

—Deseaba hacerlo, pero nunca encontré el momento —se rascó la cabeza.

—Elisabeth, ¿A qué tipo pertenece? —cuestionó Brian poniendo atención.

—Es de la clase Los Amigables. De aura blanca, son los que ayudan a los vivos en los momentos difíciles e intentan convencer a los grises y negros claro. Van codo a codo con los de mi color. Ven a los vivos como amigos.

—Como Christopher y la chica que me encontré junto a Elisabeth.

—Si. Christopher y una chica que me encontré antes de subir las escaleras para llegar aquí, son de Los Olvidados. Tienen el aura negro claro. Han perdido su identidad. La mayoría siente envidia de los vivos y desconfía de Los Amigables y Los Protectores. Cuanto más apagado es el color, más fácil es que caigan en manos de La Gente de la Sombra. Christopher es de esos que le llamó la atención verte y enseguida se unió a nosotros guiado por la curiosidad. El caso contrario, es la chica que se me apareció y que se lo llevó uno de ellos —suspiró.

—¿Te encontraste con uno de ellos? —mi voz sonó más alto de lo que pretendía.

—Si. Hemos de ir con cuidado. —se peinó el cabello—. La Gente de la Sombra es el que tienen el aura negro oscuro. Hay diferentes niveles y, por suerte, ese chico era del más bajo por la ropa que llevaba; cuanta mayor calidad y color, más rango tienen y más tiempo hace que están en la organización. Los de nivel intermedio y alto pueden hacerse pasar por otro tipo de fantasmas; los de alto llevan sombrero. Odian a Los Amigables y Los Protectores. Ya los conocéis un poco más —sonrió.

Me acordé que mientras estaba atada en la fábrica con algunos miembros de la organización, pude ver que algunos de ellos vestían diferente clase de ropa: Denise iba con traje, Mario con prendas más sencillas, Akil tenía colores más vivos, y Nana, además, poseía un sombrero que marcaba su liderazgo.

—¡Oh! Se me olvidaba... —me di un golpe con los dedos en la frente—. La niña que iba con Elisabeth es la hermana de Christopher, se llama Emma.

—Si. Se le escapó el nombre a Christopher un día mientras estabas inconsciente en la cabaña—medio sonrió.

—Chicos, me he perdido —Brian hizo un grito.

—Mucha información. Y más, si no los puedes ver —comprendió Ángel. Brian soltó un bufido.

—Y hablando de Emma, ¿Qué fantasma es? Sé que tiene el aura gris.

—Esa es una de Los Perdidos. Son fantasmas que empiezan a perder su identidad y quieren recordar quienes eran. Confunden el bien y el mal. Algunos les gustamos y otros que no, pero suelen fiarse más de Los Amigables —Brian y yo asentimos.

El sonido del viento intentaba arremeter con todo lo que se encontraba en el exterior. Las nubes tapaban la luna y las estrellas, oscurecieron el cielo nocturno.

—¿Y tú? —esta vez fue Brian quien habló.

—Estoy en la categoría de Los Protectores, también nos conocen como guardianes espirituales —se tocó el pecho—. Hay uno por cada Psires; ayudan a las personas que pertenecen a este pequeño grupo a descubrir y entrenar sus habilidades, orientarlo en la vida, a protegerlo y a asegurarse de que está a salvo. Se coordinan con Los Amigables a convencer los grises y negro claro sonrió.

— Sois cinco —junté las cejas.

—Si. Los Amigables, Los Protectores, Los Perdidos, Los Olvidados y La Gente de la Sombra —levantaba un dedo por cada nombre que decía.

—Son bastantes —Brian abrió los ojos.

—Me duele la cabeza...—me di un masaje en las sienes.

—Normal. Demasiada información de golpe —Brian se río. Le lancé una mala mirada y al notarla, se calló. Ángel se río.

Como en todos los lugares de la extraña casa, no podían faltar los retratos. Miraban y sonreían de forma amenazadora y terrorífica. Las manos daban la impresión que se salían un poco del marco. Solo de pensarlo me ponía mala. Brian y Ángel también los estaban observando, y por sus caras, pensaban lo mismo que yo.

—oh.... —soltó Ángel—. Cada vez están peor —señaló los cuadros.

Había algo de ellos que me atraían como un imán, hacía algo oscuro y vacío.

—Veo que habéis encontrado la nota y las noticias oí una voz de mujer. Se escuchó que algo se movía.

Los ojos de Lea #PGP2023✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora