Prólogo.

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(Puebla, 1811).

"Leo, sí eres el elegido".

"Siempre te recordaré como alguien... Muy especial."

"Sí vuelves a cruzar al inframundo, será tu fin".

"Ya no soy un niño".

"Esto es lo que pasa a la gente que juega con los vivos y con los muertos".

"Leo [...] tienes que irte".

"Su amor y su amistad estarán aquí conmigo siempre".

Los extraño.

Por favor, chicos, vuelvan.

Chisguete... Despierta...

Hermanito, ya despierta... Estás soñando.

Leo...

¡Leonardo!

—¡Aaah! —El ex-cazafantasmas reaccionó retorciéndose en la cama—.¡Ya desperté, Nando! ¿Qué pasa? —se sorprendió al ver que su hermano no estaba frente suyo—. ¿Nando?

—Nunca...Debí...Enseñarte a pelear —el mayor, que fue empujado de una patada, alzó débilmente la mano—. Creo que voy a devolver mi cena —murmuró mientras se incorporaba.

—¿¡Para qué me levantaste a las...— miró el reloj—2 de la mañana!? 

—¡¿Será por tus murmullos que no dejan dormir?!

—¿Murmullos? —preguntó, claramente confundido.

—Sí —asintió mientras se sentaba en la cama del menor—. Toda la noche has estado repitiendo cosas... Leo, han pasado casi 6 meses; no puedes seguir así.

—Lo sé... Es que... No puedo dejar de pensar en ellos.

—Lo sé, hermano, pero lo único que logras con ello es lastimarte. Debes pasar la página.

—Tú no entiendes— Leo gruñó—. Crees que puedo olvidar a los que fueron como una familia para mí. Insistes en que lo supere cuando, en parte, tú tampoco puedes.

—Para llevarme la contraria sí estás dispuesto, ¿no?—contraatacó su hermano—. Sólo me preocupo por ti, Chisguete...Después de lo que pasó con...

Calló. Sintió un vacío en su pecho.

Eran palabras prohibidas.

—Olvídalo... Duérmete, Leo.

Dicho eso, volvió a su cama y se acostó. El menor volvió a recostarse, esperando dormir las pocas horas que le quedaban antes de empezar su rutina laboral.

—Chicos, ojalá se encuentren bien... Donde quiera que estén.

(Mientras tanto)

El diablo, por medio de un pequeño portal, veía a su pequeña víctima. Aquel mocoso al que le había ofrecido la inmortalidad y el poder absoluto, pero se negó juró derrotarlo. Ese escuincle que logró escaparse de sus malignas manos.

—Chamaco desgraciado; te lo pude haber dado todo. Pero decidiste hacerte el héroe — le dio un sorbo a una copa de vino —. Y ahora debes pagar por ello.

Bajó la copa y sonrió; el licor en su boca le daba un aire más tétrico del que ya en sí aparentaba.

—Ay, Leito. Mi estúpido e inocente Leito —se rio —. Te creí más listo, muchacho. No puedo creer que pienses que todo acabó gracias a tus amiguitos —chifló, creando otro portal—. ¡Resendo!

El guanajuatense entró en la sala a los pocos segundos.

—Mande, patrón.

—Hágame el favor de cuidar la hacienda por unos días. Me voy a visitar a unos amigos...

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Sí; la vuelvo a subir, y con una historia mejor desarrollada que la anterior.

Las Leyendas (personajes, películas, etc) pertenecen a Ricardo Arnaíz y a Ánima.

La trama de la historia me pertenece.

¡Besos y abrazos de oso para todos!

Zeallouscollect.

Lo Que El Charro Nos Dejó (Hiatus).Where stories live. Discover now