Capítulo 1: El comienzo

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Mi nombre es Amelia y en este momento me encuentro viajando hacia Moscú, Rusia. Tengo diecisiete años, nací en Argentina y me eduqué en un colegio ruso, por esto mismo, me estoy yendo de intercambio.

- ¡Amelia, Amelia! –

- ¿Si, Erica? –

Era mi mejor amiga molestándome de nuevo.

- ¿Ya has oído hablar del presidente de Rusia? Está guapísimo.-

- Pues que ni idea. –

- Ay va, échale un ojo. – Dice y me muestra una foto de ese hombre, mirando serio hacia la cámara, la verdad que no estaba nada mal, pero no podía ser tan sincera.

- Uff, no te equivocas.-

De la nada escuchamos el anuncio de que estábamos por aterrizar, abroché mi cinturón, puse mi asiento en posición vertical y me dediqué a observar por la ventanilla. El paisaje nevado de una ciudad perdida en el tiempo, era hermoso.

Una vez llegados al hotel nos dieron un tiempo libre para actividades de ocio, así que eso hice, después me fui a dormir.

Al otro día nos tocaba una excursión a la casa de gobierno, me vestí con unos jeans negros, una camiseta escotada, una campera de abrigo y unas botas. Caminamos unas cuantas cuadras y ya estábamos allí, el edificio era imponente, sin embargo, el guía era muy aburrido y yo perdía mi atención constantemente.

En un momento miré hacia un costado y vi a un hombre cruzar el pasillo.

¡Oye, un segundo! Yo reconocí a ese hombre... ¡Era el mismísimo presidente!

Tomé coraje y me escapé del grupo, total estaban todos prestándole atención al aburridísimo guía. Caminé silenciosamente, deseando que nadie me vea. Seguí mi recorrido hasta donde vi pasar al señor, hasta que cuando doble logré verlo a él. Su espalda me ponía tanto que hasta llegué a olvidarme que estábamos en invierno.

El hombre giró topándose con la sorpresa de que yo estaba allí observándolo.

-Señor presidente, yo...

- Por favor, dime Vladimir.- dijo mostrándome su amplia sonrisa y sentí como mi estomago se revolvía.

- Esta bien, Vladimir.

-¿Qué se le ofrece?

Y sin saber que responder, aunque no lo consideraría suerte, escucho que gritan mi nombre a lo lejos. Sin saber qué decir, me disculpé y salí corriendo, avergonzada.

Cuando me reencontré con mi instituto, a simple vista pude notar, sentir, el enojo de mi directora. Tuve que aguantarse sus mil y un reproches que no logré escuchar pues no podía parar de pensar en Vladimir y su resplandeciente sonrisa.

Volvimos de la excursión y nos mandaron a nuestras habitaciones una vez finalizada la hora de la cena. Ya en la cama, escucho como mi amiga Érica trataba de llamar mi atención.

- ¿Dónde rayos se supone que estabas cuando desapareciste en el medio del recorrido? No creerás la de historias que te perdiste.

-Lo sé, no puedo ni imaginarme lo emocionante que debió ser pero no pude evitar seguir al presidente..

- ¿¡A quién!?

-Baja el tono por favor.- exigí algo avergonzada.

- ¿¡Cómo que estuviste con el presidente!?-

- Oye si lo dices así parece que me lié con él. Sólo quería verlo y ya.

-¡Esta bien, perdóname, es que no puedo creer que hayas conocido al mismísimo Vladimir Putin! Menuda afortunada, no tendría que haberte mostrado una foto de él.

Yo solo río y me volteo para tratar de dormir, pero simplemente no pude. 

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⏰ Last updated: Nov 14, 2018 ⏰

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