—Es ella —escucho que alguien susurra cuando paso.

Arrugo mi nariz, encogiéndome aún más y acelero el paso. Tirarme de un tercer piso se siente más tentador que ir a clase de Química.

—Quinn —me llama alguien a mis espaldas. Reconozco esa voz. Desgraciadamente.

Por alguna razón, lo entretengo y volteo. Sus jeans desgastados y sus zapatillas Converse negras me lo confirmaron. Igualmente subo la mirada esperando que fuera alguien más.

—Jayden —suelto en un pequeño resoplido.

Pronto me doy cuenta de que hemos llamado la atención de todo el pasillo. Los pares de ojos atentos no piensan perderse ningún detalle de lo que está pasando.

Muevo mis manos incómodas. Jayden parece notarlo. Carraspea y hace un ademán con su cabeza para que lo siga.

No quiero hacerlo, no quiero seguirlo y tener algo que ver con este chico. No quiero vovler a verlo nunca más. Sin embargo, estando bajo el control de todos a mi alrededor, lo más inteligente es asentir y seguirlo para no crear más escándalos.

Me pregunto si ya estoy lista para llevar mi historia a una productora y que armen un reality show sobre mí con cámaras siguiéndome a todos lados para ver que tanto meto la pata. Creo que puedo llegar a opacar a The Real Housewives.

El timbre suena y todos comienzan a apurarse a llegar a sus clases. Es un alivio que ya no nos presten atención. Jayden no dice nada y comienza a caminar.

Miro mis zapatillas blancas para no concentrarme en el frente mientras camino. Hoy no tuve ganas de ponerle mucho esfuerzo a mi atuendo como lo hacía en los primeros días de clase. Unos jeans y una sudadera es lo mejor que pude hacer. No me puse ni una gota de maquillaje en el rostro. Siento que ya no tengo la energía necesario para hacerlo.

Jayden empuja una puerta al final del corredor. Es el salón de música. No tomé música este año. Nunca me interesaron mucho los instrumentos.

Se asegura de que entre y cierra la puerta tras él. Paseo mi mirada por las pizarras con notas musicales, atriles con partituras e instrumentos. Incluso percato una abolladura en uno de los atriles metálicos de la esquina. Lo que fuera con tal de no mirar a Jayden a los ojos.

—Quinn, lo que pasó entre nosotros fue un error —Oigo su voz. Volteo lentamente y lo encuentro con sus brazos cruzados y una expresión seria.

—¿Crees que no lo sé?

Me dan arcadas cada vez que recuerdo aquella noche. Sus labios contra mi piel, la manera en la que lo abracé todo el tiempo, como mi cabeza daba vueltas y sus besos tenían sabor a vodka. Jayden buscaba lo que Scarlett no iba a darle, y yo buscaba alguna forma de consuelo y de sentirme mejor.

—Scarlett no quiere hablar conmigo —resopla molesto—. Ni siquiera puede mirarme a los ojos, nuestra relación se arruinó. Y todo fue tu culpa.

Parpadeo con sorpresa al oírlo hablar. No sé si fui yo la ingenua, pero cuando me pidió hablar, ni siquiera imaginé que sería para echarme toda la culpa encima.

Sacudo mi cabeza con indignación.

—No fue todo mi culpa, estás muy confundido —refuto elevando la voz e irguiendo mi espalda—. Ambos estábamos borrachos, y...—

—Tú me besaste primero —me interrumpe.

—¿De verdad vas a defenderte así? —espeto. Ni siquiera recuerdo quién besó a quién. Estoy segura de que ambos nos inclinamos al mismo tiempo.

Jayden puede ser guapo, puede ser el mariscal de campo y tener a toda la secundaria suspirando pero no quita que sea un imbécil con el cerebro del tamaño de un mono. ¿Qué le vio Scarlett?

The Same Heartbreaker (2) ✔️Onde histórias criam vida. Descubra agora