Juramento Inquebrantable [Fred Weasley]

• CAPÍTULO 81 •

—No se lo tome personal, es parte de mi trabajo. Además sé por experiencia propia que las chicas siempre ocultan secretos ¿Estás completamente segura de que ella no se reuniría con nadie?

—Sé que fue a Hogsmeade, nada más.

—¿Por qué no fue contigo?

—Porque yo tenía una cita con mi novio ¿disculpe acaso este interrogatorio requiere de que estén mis padres presentes? Le recuerdo que aún soy menor de edad y la escuela me protege.

—La escuela está bajo investigación, por lo tanto no estoy haciendo nada ilegal, señorita Parkinson. 

—Sé que esto es voluntario, así que quiero retirarme. 

Pansy se colocó de pie con ímpetu, sabía que no tenía que meterse en problemas; sin embargo el auror lograba sacarla de quicio. 

—Quizás debería partir interrogando a su hijo ¿se le quitaron aquellas conductas de depredador sexual? Recuerdo que siempre estaba acechando a Nina, tal vez él la secuestró ese día en el pueblo. La odiaba porque no terminó con Fred para estar con él, podría comenzar a pensar en esa teoría antes de culpar a sus amigos de su desaparición. 

Dicho esto salió, pues ya veía que de pronto el hombre sacaría una botellita con Veritaserum y lo que sus pensamientos intuían sería revelado. Pansy realmente no sabía lo que Nina estaba haciendo, ni siquiera había podido despedirse de ella, no obstante la conocía bastante bien como para saber que se había embarcado en un viaje que no era nada fácil, lo sabía por sus ojos tristes y su semblante melancólico. 

Pansy sabía que Nina no quería que la encontraran.

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Nina se acercó a las escaleras muy despacio, parecía como si fuera a entrar en estado de shock. Luna se asomó con cautela, también manteniendo sus reservas. 

La mortífaga colocó sus dedos en los barrotes del calabozo y Luna se hizo para con ellos, para guardarlos dentro de los de ella. Fue inevitable que las lágrimas de ambas comenzaran a caer, era demasiada la impresión. 

Antes de que Nina pudiese decirle una palabra a su amiga, se volvió con ferocidad hacia donde se encontraba el rubio. 

—¿Por qué demonios no me habías contado sobre esto, Malfoy?—se avalanzó sobre él con ferocidad —¿acaso no pensabas decirme que mi amiga estaba prisionera en tu casa, maldita sea?

Podría decirse que fue casi tragicómica la manera en que Draco se cubrió de los palmetazos que la bruja le propinó, debido a que sin lugar a dudas este era más fuerte en complexión física que ella y podría haberse defendido sin ningún problema, no obstante había algo en ella que infundaba miedo.

—¡Nina!— exclamó Luna, sorprendida ante la reacción de ella—, él no tiene la culpa. Fui yo quien le pidió que no dijera a nadie sobre mi, menos a ti. No quería poner en riesgo a nadie. 

—¿Y tu bienestar, Luna?

—¿Acaso no es lo mismo que estás haciendo aquí?