14. Responder

936 52 26
                                    

Mamá, tengo una oferta muy interesante para ti: un vigía exterminador de ratas, suave y blandito... ¡gratis!

No, esa no vale.

Mami, voy a cumplir uno de tus más fervientes deseos; siempre quisiste darme un hermanito, ¿no? Pues... ¡aquí está! Es pequeño, gracioso y no tienes que pagarle la universidad porque... ¡es un gato! ¿Nos lo quedamos?

No, esa tampoco...

Madre, he de confesarte que trabajo para la CIA y tengo que cuidar este gato que contiene el cerebro del presidente de un país de vital importancia para la estabilidad mundial. Debemos protegerlo hasta nueva orden.

...

Me echa de casa fijo; a mí y al gato y con nosotros, mis escusas penosas.

Me siento como una cría... Hoy es el día en que voy a recoger a mi futuro gato y mi madre aún no sabe nada, uff ¿qué voy a hacer?

Es la última hora de clase y estamos dando Biología, pero no puedo dejar de mirar por la ventana, intentando planear alguna forma de convencer a mi madre para que nos quedemos con el gatito. Poco a poco, unos padres, comienzan a agruparse en la entrada del instituto, y con ellos, algunas parejas de los alumnos. Conozco a un chico que le puso los cuernos a una compañera pero siguen juntos, a una chica con el pelo un poco más corto que el mío que está saliendo con una alumna homosexual del curso superior. Veo caras familiares que aparecen en las salidas de todos los días... Me fijo en un chico apoyado en la pared de la calle de en frente, no lo reconozco aunque tampoco lo distingo demasiado bien desde lejos, no lo había visto antes entre la multitud, debe de ser nuevo. Entonces, inconscientemente, pienso en Rodrigo, en si él vendrá alguna vez a recogerme como las demás parejas. No le costaría tanto, al fin y al cabo en mi antiguo colegio la salida es diez minutos antes. Pero, ¿qué digo? Sacudo la cabeza. Él tiene novia ahora, irá a verla a ella, es lo lógico. No puedo pedirle que venga a por mí.

Ahora, ya no...

No sé por cuanto tiempo estaré arrepintiéndome por haberle dejado escapar. Tuve mi oportunidad y ahora ya no.

Suspiro y, sin darme cuenta, comienzo a escribir el nombre de Rodrigo en la mesa con el lápiz.

Dios, cómo lo echo de menos.

Vuelvo a mirar por la ventana y entorno los ojos para poder distinguir al chico nuevo de la acera del otro lado. Nada, imposible. Está demasiado lejos y yo estoy en uno de los pisos más altos del instituto; cuando baje, tengo que fijarme en la chica a quien espera, a ver quién es la afortunada.

La profesora de Biología da por finalizada la clase y, como siempre, soy la última en recoger mis cosas. Justo al cerrar la puerta del aula me sobresalto al escuchar una voz femenina exaltada tras de mí. Como era de esperar, es Demi:

—¡Alba! No te olvides que hoy hemos quedado, no me dejes plantada ¿eh?

—Tranquila Demi, por cierto, ¿tengo que llevar algún transportín o algo para meter al felino?

Demi se pone un dedo en la barbilla por unos segundos como si estuviese pensando.

—No hace falta, pero tráete una mochila para que no se te escape.

—Vale, nos vemos esta tarde, entonces.

De repente, aparece una gran sonrisa en la cara de Demi que muestra todos sus dientes perfectamente alineados y me abraza. Sorprendida, apenas puedo moverme de la fuerza que sus brazos ejercen sobre mí.

—¡Sííí! —grita ilusionada—, gracias Alba, eres genial. Hasta esta tarde.

Se desprende de mí y se aleja sacudiendo una mano mientras baja por las escaleras.

DespertarWhere stories live. Discover now