Interludio: Guillermo

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Guille aún sigue nervioso, temblando como un flan y esperando la llegada de su amigo con su acompañante. Nunca antes había tenido novia ni nada parecido. ¿Sabrá desembolverse esta vez? Se pasa la mano por sus rizos de oro viejo y da media vuelta más sobre sí mismo: cambia de rumbo de nuevo. A lo lejos, ve por fin a su amigo y la chica que se supone que le va a presentar; sin saber que apenas unas horas antes aquellos dos  habían disfrutado de momentos definidos más allá de una amistad, ambos intercambian una mirada de complicidad que Guille pasa por alto.

—¿Qué pasa, tío? —se saludan los dos amigos chocando las manos.

—Te presento a Noemí, una amiga... —anuncia el recién llegado.

Guille y la nueva chica comparten sendos besos en la mejilla y se presentan. La inocencia de Guille impide que controle la situación con normalidad; no puede evitar estar tenso ante aquella chica rubia, de piel pálida y de brackets de color rosa. No es muy guapa, ni tampoco tiene un cuerpo envidiable, pero Guille descarta todo ello invadido por la curiosidad de tener pareja.

—Joder, gracias tío —comenta Guille en el oído del chico—. Eres un buen amigo, Hugo.

—Nada, hombre —sonríe mirando de reojo a la chica con la que acaba enrollarse, cediéndole los restos a su amigo Guille, pero éste no lo sabe—, para eso están los amigos ¿no?

Aquel inestable mes de enero se convirtió en la corta duración de la relación entre Guille y Noemí, cuyo final quedó marcado por la noticia del coma de una chica de Cáceres que apenas conocía ninguno de los dos. Todo terminó muy rápido. Un anillo para el cumpleaños de la chica, cartas de amor vacías  y fotos falsas en el Tuenti dirigidas al joven, traducidas en un cúmulo de mentiras y etéreas esperanzas. Y a pesar de todo eso, Guille continuaba sin creer que ella no lo quería, hasta que llegó el día que hicieron estallar su corazón.

~***~

—Pasa de ella de una vez, Guille.

—Joder, es que encima fue ella quien me pidió salir y ahora desaparece, ¿sin más?

—¿Qué fue lo último que te dijo?

—Que quedasemos aquí para hablar cara a cara, pero vamos... No le veo solución a esto ni aunque ocurriese un milagro, a Noemí se la suda completamente de todo.

Hugo y Guille caminan juntos por el paseo de Cánovas, esperando la ansiada cita entre la pareja para resucitar los inanimados restos de lo que fue un intento de relación. Antes de llegar al lugar acordado, el Xperia U de Guille pita anunciando la llegada de un mensaje de WhatsApp. Vacilante, Guille desbloquea su smartphone y abre el chat.

Noemí: Al final no puedo quedar, lo siento. Ya hablaremos.

—Pero, ¿qué cojones...?

—¿Qué pasa?

—¡Joder! ¿Y me lo dice ahora? ¿A... cinco minutos de quedar? Esta tía es imbécil.

En un arrebato de rabia, Guille está a punto de estampar el móvil contra el suelo, pero Hugo le intercepta antes de que se arrepienta más esa tarde.

—Que la den, ¡que la den! Ya estoy harto joder; no quiero volver a verla en mi...

—Ya basta tío, relájate y vayámonos de aquí.

Hugo y Guille emprenden una nueva  ruta alejándose del corazón de Cánovas, pero apenas recorren unos metros cuando el pulso de Guille se congela.

—No puede ser...

Al fondo del paseo, Guille distingue una figura rubia acompañada de dos siluetas más. Al ser consciente de que se trata de Noemí, los músculos de Guille se quedan por completo paralizados, es incapaz de reaccionar hasta que Noemí y sus amigas llegan a su altura. Ella pasa de largo, lanzado una mirada a Guille como si se tratase de un desconocido. Éste, inmóvil, observa cómo su reciente exnovia se aleja, obviando todos los momentos que habían pasado juntos; y él se queda ahí, paralizado, en medio del paseo con su amigo Hugo zarandeándole para devolverle a la realidad, una realidad que en ese momento odiaría vivir.

DespertarWhere stories live. Discover now