• CAPÍTULO 80 •

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Xavier la observó de reojo y se volvió para hacerle frente, dejando a sus compañeros avanzar.

—Así que tú eres la brillante joya de la corona del señor tenebroso—declaró—, qué equivocado está—sonrió con ironía—. No pensé que Malfoy tendría las agallas de traerte aquí, teniendo en consideración que no eres quien dices ser. 


—No me conoces de nada, Xavier. 

—Sí, sí que te conozco. Creo que te mezclaste demasiado con los traidores a la sangre que tanto estás dispuesta a defender—murmuró mientras se dio el lujo de coger su barbilla y pegar su rostro con el de él—, sigues siendo tan hermosa, no hay duda en ello. 

—Suéltame—terció con voz firme, zafándose de su agarre—, eres un cretino ¿qué demonios haces tú aquí? Jamás tuviste una prometedora habilidad en las artes oscuras—se burló—tal vez por eso sólo eres un carroñero, qué triste...

El hombre se desesperó y con fuerza la apresó entre su cuerpo y la pared, golpeando de forma fuerte la espalda y el cuello de la bruja, Nina intentó buscar su varita, no obstante él tenía bastante fuerza física. Estaba enojado, pues Xavier también estaba cansado de ser subestimado. 

—¿Sigues siendo la puta de Weasley?¿O ahora eres la puta de Malfoy? En la escuela ibas por ahí con ese brío de ser invencible, de ser tan correcta, de ser tan perfecta ¿dime aquí quien eres? Tuviste que dejar caer tu máscara para colocarte otra, ni creas que voy a dejar que tu secreto se quede enterrado, aquí no necesitamos más traidores de los que el mundo mágico ya tiene. 

—¿Tanto te importa?— susurró sin apartarle la mirada. 

De pronto una voz glacial apareció detrás de Xavier, apuntando la varita a su cabeza. 

Era Snape.

Imperio...—susurró. Nina pudo ver como los ojos del mago se desenfocaron y como si nada hubiese sucedido se apartó de ella, caminando escaleras abajo, hacia el subterráneo de la mansión. 

Severus y Nina se quedaron mirando hasta que fue ella quien cortó el silencio. 

—¿Qué ha sido eso? ¿Escuchaste la discusión?

—Te diré una sola cosa, si quieres sobrevivir en este lugar, en la misión que el señor tenebroso te va asignar y en lo que queda de guerra, tienes que dejar estas tonterías y enfrentamientos con quienes no tienen peso alguno en esta revuelta. Deja tus sentimientos de lado y tus aspiraciones personales— recalcó como si estuviera regañando a una niña—, no te ayudo porque me caes bien, no te ayudo porque seas una buena estudiante o porque ahora seas la bruja prodigio de este lugar donde a todos les falta un poco de cerebro, te ayudo porque las cosas tienen que resultar de esta forma para que el propósito mayor se cumpla. 

—¿De qué bando estás, Severus? Sabes muy bien lo que hago aquí y que haré todo lo que esté en mis manos para sabotear lo que sea que dañe a quienes amo. 

—¿Te pusiste a pensar en tus padres cuando te uniste a los mortífagos? ¿pensaste en alguien cuando lo hiciste?

—Estaba pensando en Fred, sólo quería salvarle a él. 

—Las guerras implican sacrificios que nadie puede prever. Fred puede estar allá afuera y morir por el ataque de alguno de tus ahora compañeros. No puedes salvarlo de todo, no mientras estés aquí jugando a las falsas alianzas. 

—¿Entonces qué se supone que debo hacer?

—Colaborar en todo lo que sea posible para que Potter gane—terció con frialdad, dejando a la bruja completamente sorprendida—, si eso no sucede, te aseguro que vivirás en un mundo que no quieres ni siquiera imaginar, con todas las personas que querías, muertas, con el mundo como lo conocías desecho por una guerra que se desatará y nadie en el mundo mágico podrá controlar. Sé que debes pensar que es una soberana tontería que sólo un chiquillo tenga tanto poder, pero las profecías son caprichosas, muchas veces no las comprendemos, pero debes seguirlas, debes impedirlas en caso de que sean nefastas, pero el destino siempre consigue salirse con la suya, Illich. Créeme que siempre lo consigue. 

Juramento Inquebrantable [Fred Weasley]Where stories live. Discover now