A estas alturas mi corazón latía desbocado y mis piernas amenazaban con fallarme al igual que mi boca. No decía nada, no podía articular nada.

—Si nos vamos a casar— susurro más relajado— lo mejor sería que me empezaras a llamar por mi nombre— dijo cerca de mi rostro— en segundo— se acercó un poco— mi esposa jamás trabajará para alguien que no sea yo— ¡Por Dios! Estoy a punto de sufrir un paro cardíaco debido a la sensualidad brutal de este hombre, ¿Por qué no podía ser feo?— y tercero creo que lo mejor sería que se mudaran a mi casa ya que tu departamento no es muy grande para los tres.

Y así de fácil como llegó... se alejó dos pasos de mí, estoy segura que mi cara ha de ser una gran combinación de rojos y rosados.

—Em...mmm...este sí claro— dije tratando de no parecer afectada y fallando estrepitosamente.

— Que pasó señorita Sabatini, acaso la pongo nerviosa— dijo mientras se acercaba otra vez con una sonrisa de jugador experimentado.

Y eso fue peor, si con el rostro serio se veía guapo, cuando sonría era mil veces peor.

Trate de lucir tranquila y me paré lo más recta posible.

— Claro que no, señ... Paulo— usé su nombre de pila; él ya me había dado permiso, pero el efecto recibido no lo esperaba, sus ojos verdes se hicieron más intensos mientras pronuncié su nombre.

— Me alegro mucho Oriana, porque de ahora en adelante eres mi prometida y si te toco— levanto una de sus manos y con delicadeza, acaricio un lado de mi rostro haciendo temblar un poco— o te beso en público espero que reacciones como una enamorada y no como un ciervo que corre de su cazador— pero para mí él era como un cazador, yo sé que nunca podría sentir algo por alguien tan frío como Paulo además de atracción o curiosidad, pero lo mejor era guardar las distancias.

— No se preocupe señor, sabré reaccionar ante la situa...— y ya no pude terminar la oración porque los labios de Paulo se pegaron a los míos.

No sabía qué hacer, mis únicas experiencias besando fueron desastrosas. Tenía miedo de lastimarlo. "No lo muerdas Oriana, no lo muerdas"

Trate de mantener mi boca relajada y que el hiciera el resto, me sentía tensa, con miedo, pero la insistencia de Paulo me obligaba a moverme un poco. Al inicio fue un poco raro pero de un momento a otro sentía que lo estaba haciendo bien, se sentía increíble; definitivamente éste sí es un beso.

En un momento, él pasa su lengua por mi labio inferior y lo absorbe en su boca, aprovecha la abertura de mis labios para ingresar su lengua y jugar con la mía; esto es otro nivel; sus manos se desplazan a mi cintura, mientras él acerca su cuerpo al mío, quedo atrapada entre él y la encimera.

Muevo mis manos hacia su cuello y lo acaricio suavemente, las subo un poco más y las enredo en su cabello haciendo que él se pegue más a mí, agarra mis caderas de manera más firme, mientras empieza a regar besos por mi cuello, sus manos van viajando más al sur hasta que las siento apretando mi trasero, en ese momento salgo de mi trance y me separó de él con la respiración agitada y las mejillas arreboladas por la actividad.

Me apoyo en su pecho mientras trato de ingresar aire en mis pulmones, él respira también solo que un poco agitado; nunca me habían besado de esa forma tan... carnal.

Siempre había pensado que mi cuerpo venía defectuoso ya que nunca sentí algo como esto, algo tan intenso, profundo e íntimo.

— ¿Y eso por qué fue? — le pregunto levantando mi cabeza de su pecho.

— Fue por dos cosas, la primera... necesitaba saber tu reacción si te beso en público y lo segundo, simplemente quería saber si éramos compatibles en ese sentido.

Casada con mi jefe | Dybatini - TERMINADAWhere stories live. Discover now