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Un par de meses bastaron para poner el mundo de ambos patas arriba con una rutina que disfrutaban, a su peculiar manera, pero no necesitaban más que su compañía para hacer que el tiempo volara.

Suyeon había visto las zapatillas de Jungkook el primer día que este entró a la habitación, y creyendo que eran de Jimin el castigo se extendió por una semana. Aquello no construyó ningún tipo de barrera entre los chicos, y las visitas diarias no tardaron en hacerse constantes. Tenían deslices, tierra o marcas de zapatos que delataban que Taehyung no estuvo solo o que había salido. Su madre enfurecía cada vez más y el castigo se prolongó, pero la locura no se apoderaba de él en tante y en cuanto el menor apareciera cada tarde para iluminar su cuarto con el sonido de su risa.

Juegos de mesa, charlas infinitas, comenzaron a acercarse cada vez más hasta ser indispensables para el otro. Los sueños de Jungkook cesaron. También le cuenta que había tomado clases de canto y su profesora aseguraba que tenía talento, pero él insiste en que estaba exagerando y su favoritismo se debía a que era amiga de su madre. Taehyung le pidió incontables veces una demostración pero era demasiado riesgoso si alguien los oía, todavía no lograban acostumbrarse a los sustos cuando Suyeon o Dongjun golpeaban la puerta (que procuraban cerrar con llave con la excusa de querer privacidad) y no estaban para tentar a la suerte.

— ¿Has visto el pronóstico? —Jungkook ojea una revista sobre su cama mientras que el mayor patea la pelota para que rebotara en la pared y volviera hacia él. Recibe un Mh-mm de negación, vuelve a hablar—. Anuncian lluvia de meteoritos esta noche, ¿no es grandioso?

— ¿En serio? —Se endereza en el colchón, Tae asiente—. Y... ¿te dejarán ir a verla?

—No pregunté —se encoge de hombros, parece decirlo como si no le fuera la vida en ver el fenómeno astrológico, pero el menor sabe de sobra que el puchero inconsciente se debe a la disconformidad de seguir encerrado en su casa—. Pero seguro será algo genial, y si llegas a ir... quería pedirte una fotografía, ya sabes, seguramente Miyeonnie quiera que la lleves y pensé que-

—A Miyeon le da miedo la oscuridad, dudo mucho que eso suceda —da un salto para arrodillarse en el suelo, el balón sigue rebotando contra el piso y la pared en ciclo. Jungkook fija sus ojos en el joven mago—. Y no, no voy a sacar ninguna fotografía porque no voy a ir.

Al pelirrojo no le gusta lo que oye, frunce el ceño—. Wow gracias por tu compresión, qué gentil eres.

Kook toma el juguete antes de que vuelva a la mano del mayor y la lanza lejos, Taehyung está a punto de reprocharle pero no llega a hacerse oír.

—No voy a ver una lluvia de meteoritos si no es contigo.

Larga un bufido y aprieta la boca en una fina línea, cruza los brazos evitando verle—. Me queda un día más de sentencia penitenciaria, buena suerte con eso—, le escucha pararse y dirigirse a la puerta para girar la llave, y entra en pánico—. ¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿Quieres que me quede aquí por lo que resta del año?!

—Quiero que esto de vivir en una jaula se acabe —sus ojos serios le hacen temblar, Kim pasa saliva y se para tapando la puerta con su cuerpo—. ¡Quiero salir Tae! Quiero que paseemos en el bosque, ir al lago... ¡Ver la lluvia de hoy juntos!

—Yo también quiero todo eso —trata de sonar calmado, Jungkook chista molesto—, pero es sólo una noche más, espera un poco y-

—He estado esperando por mucho, no quiero ver cómo te siguen tratando de este modo—Taehyung humedece sus labios, pero se mantiene firme en la decisión de no dejarlo pasar—. Déjame hablar con tu madre, tal vez pueda convencerla.

Permanecen quietos viéndose y peleando por quien se rendirá primero, hasta que el pelirrojo mira el suelo abrumado por la intensidad del par de ojos oscuros.

Magical Begin || kth×jjkWhere stories live. Discover now