Elena Wilde, una chica recién llegada a la gran ciudad, sin querer conocerá más allá de lo que el peligro puede llegar a ser y de lo que el amor no puede llegar a tener un límite.
Bill Skarsgard, un sencillo chico ante los ojos de la castaña, pero...
Cuando mamá anunció su embarazo, una parte de mí cambió, ya no sería el único en mi familia. Para un adolescente tal vez sería un tema de poca importancia, como si aquello fuera lo peor que puede pasarte. Para mí, era más que solo un sin fin de emociones, ya que, detrás de esto, solo había oscuridad, un techo donde se percibía dolor, una familia que no estaba lista para otro integrante más. Pensar que al siguiente le tocaría vivir lo mismo que yo me llenaba de coraje, y es que era más que solo eso, algo tan grande que sabía que nadie más iba a sacrificar, tan solo yo mismo.
Despedirme de Elena, fue lo más duro que pude haber hecho y la última noche que lloré por alguien más. Protegerla desde lejos ha sido mi única forma de amarla, aunque ella no tuviera la más mínima idea. Apenas era una bebé cuando la deje y ahora ella está ahí, teniendo consciencia de mi presencia, junto a ella como la última vez.
~•~
El castaño, con un poco de miedo e impresión, se acercó poco a poco a aquella chica. Elena podía ver el rostro del sujeto sin ninguna expresión, por la forma en la que la veía, sintió una corazonada de que tal vez ese hombre la conocía.
El ojiazul se encontraba tan atónito de cuanto Elena había crecido, después de tanto tiempo estaba viendo esos ojos color verdes oscuros iguales al de su madre. Sus ganas de poder abrazarla se mantenían retenidas, aún conmovido, no pudo más que decir:
—Hola... —dijo apenas audible, tragando saliva al ver que no solo la emoción estaba a flor de piel, si no también sus ganas de llorar, cosa que era algo imposible para alguien como él.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Hola... —respondió Elena extrañada por la extraña presentación —¿Eres amigo de Bill?
—No —respondió al instante e intentó apagar su impresión comenzando con un —Soy Evan —dijo levantando la mano hacia ella, si quería volver a abrazarla entonces empezaría paso a paso.
—Elena Wilde —dijo la ojiverde, estrechando su mano con la de aquel sujeto.
Mitigar sus sentimientos para Evan estaba siendo una tarea muy difícil en cuanto vio la muñeca de la chica. Llevaba ese brazalete trenzado con hilos gruesos de color marrón y en medio aquél dije de una luna. Respiro hondo y dejó ir la mano de ella, aún recordando la vez en que sus manos eran tan pequeñas y parecía que tan solo fue hace unos días en que él le había colocado ese único regalo en ella.
—Bill me dijo que eres nueva aquí, ¿Verdad? —preguntó incorporándose en el sillón de cuero con los codos encima de sus rodillas.
—Si, llegue hace tres meses —respondió ella con una media sonrisa de lado y de inmediato le surgió una curiosidad —¿Tu lo ayudaste a salir?
