CAPITULO 5

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'No me sonrías así...'

Llegó viernes, las clases terminaron y no sabía qué hacer exactamente para este tarde, no he hablado con Bill desde el Lunes y no es porque yo no lo quisiera, apenas la campana sonaba esté solo se iba, pensé que se había olvidado de su propuesta y había decidido no preocuparme en ello, sin embargo, en receso, mientras estaba en al cafetería, dejo un papel encima de mi mesa y se fue, a veces podría ser demasiado raro.

"Estaré ahí a las cuatro y no, no lo olvidé"

Una pequeña sonrisa había escapado de mi rostro, me había conformado a la idea de que no necesitaba saber lo que pasó realmente esa noche, y ya no siento la necesidad de poder entenderlo.

Entré a mi habitación, dejando mi mochila encima de mi cama, mientras sacaba una blusa de mi armario.

—Veo que saldrás, Elena —escuche una voz femenina atrás mío.

Había olvidado que había dejado la puerta abierta.

—Bianca, no te he visto en las dos últimas clases del martes —le dije, recordando que en ninguno de estos días nos encontramos como habíamos planeado.

—He estado un poco ocupada, apenas los primeros días te dejan tareas, lo típico —afirmó con una pequeña risa —. ¿Y quién será el afortunado que salga contigo, eh? —pregunto de nuevo, apoyándose contra la puerta.

—Se que me dijiste que no me metiera con él pero... —me interrumpió en aquél instante.

—Ya me lo veía venir —sonrió de lado —Bueno, ya me voy, solo trata de mantenerte al margen. —me dijo apunto de cerrar mi puerta.

—Espera —le dije antes de que se fuera —¿Cómo al margen?

—Toma esta salida como algo amistoso, él siempre hace estas cosas con las nuevas. —me dijo para luego cerrar la puerta.

En realidad, esto no era una especie de cita como tal vez Bianca lo estaba pensando, una parte de mí pensaba lo mismo que ella pero no lo aceptaba hasta que me lo dijo, hice caso omiso a sus palabras y empecé a alistarme.

Me puse unos jeans azules, con una blusa blanca y mis zapatillas del mismo color, miré la hora en mi celular, las cuatro de la tarde, pensaba esperar un poco, sin embargo, no fue necesario, él ya se encontraba en mi puerta. 

—Eres puntual —le dije mientras cerraba la puerta a mis espaldas.

—¿Eso es malo o bueno? —pregunto levantando una ceja.

—Bueno —sonreí —¿A dónde iremos?

—Estaba pensando en ir a comer primero, ¿Te parece? —me dijo amablemente mientras yo solo asentí.

Bajamos hacia el primer piso, saliendo del lugar. Tenía la idea de que tomariamos un bus o un taxi pero al parecer Bill ya tenía un medio de transporte a sus manos, así que solo fuimos desde ahí.

—Si que hay demasiados carros —dije viendo por las ventanas, sorprendida ya que apenas saliendo ya se encontraba un tumulto.

—Aquí siempre hay tráfico, es lo malo de vivir en la ciudad pero te acostumbras —me explicó mientras iba manejando.

—No es tan malo... —sonreí de lado, mientras suspiraba.

—¿Enserio? Primera vez que escucho decir a alguien que no le desagrada el tráfico —dijo algo sorprendido mirando con una media sonrisa.

—Ya conoces a una —reí mientras él soltaba una pequeña risa, causandome una electricidad en todo el cuerpo.

Mientras seguíamos en el camino, pude ver los tantos edificios grandes de la ciudad, y uno de ellos llamó mi atención, al ver el apellido del castaño en uno de ellos, no quise preguntar ya que tal vez solo era una coincidencia, no quisiera ser algo hostigante para él.

—¿A dónde quisieras ir? —pregunto observandome —Hay muchos restaurantes por aquí.

—¿Que tal a un restaurante de comida rápida? Escuché que aquí hacen los mejores sandwiches —reí.

—Como tu órdenes —dijo con aquella voz ronca que probablemente haya causado una gran explosión dentro mío y aún no estoy consciente de aquello.

Entramos al lugar, donde había unas cuantas personas disfrutando de su comida, mientras que tomábamos asiento en una de las mesas junto a la ventana.

—Estaba muy seguro que escogerías uno de esos restaurantes elegantes —expreso el castaño con seguridad.

—Al parecer supones muchas cosas, las chicas con las que has salido debieron escoger esos lugares que dices —dije levantando una ceja.

—¿Crees que salgo con muchas chicas? —me pregunto mientras ponía sus manos sobre la mesa, dejando ver aquél reloj de plata que traía en su muñeca.

—Pues creo que lo que murmuran muchas chicas sobre ti no es en vano... ¿O me vas a decir que nunca una chica te ha coqueteado? —pregunte segura.

Él iba a responder a mi interrogante cuando vino hasta nosotros una de las meseras del lugar.

—Buenas tardes, ¿Qué desean ordenar? —pregunto la rubia sonriendo, exactamente dirigiéndose a Bill, me lo veía venir.

—Un sándwich de pollo y una soda —dije, intentando que por lo menos dirigiera su mirada hacia mí pero tan solo anoto en el papel y su mirada volvió a él.

—¿Y usted? Tenemos mucha más variedad aquí, si desea le doy más tiempo —dijo la chica poniendo su mano en la mesa.

Me impresionaba su seguridad.

—No gracias, deme lo mismo —respondió mirando mi reacción.

La chica suspiro pesadamente, dándose media vuelta y llendose de nuestro espacio. Volví a mirar a Bill, sonriéndole ya que sabía que mi teoría acababa de ser comprobada.

—Bueno, tu ganaste —me dijo mientras bajaba la mirada y observaba las calles de afuera.

~•~

La mirada del castaño se encontraba observando a aquellos autos pasar por la calle, recordando lo que días antes Marcus, Daniel y él, estaban planeando hasta el día de hoy, sin embargo, esa chica le hacía más difícil su trabajo, y no es porque le tuviera miedo a que le haga un tipo de daño físico porque sabía que podría acabar con ella en un segundo, a veces sus pensamientos podían ser retorcidos pero eso no ocultaba en que pudiera pensar que alguien como una simple chica tuviera el poder de sacudir sus planes de "negocios".

—Ya hice mi parte, espero que hayas traído algo ingenioso —dijo el castaño sentado en su escritorio mientras intentaba estudiar y a la misma vez Marcus entraba a su habitación.

—Claro, invitarla a salir es un gran esfuerzo —dijo él dejando sus cosas en el piso.

—¿Vas a decirmelo o no? —pregunto con inquietud poniendo su mirada en él.

—Es fácil, llévala a comer o lo que sea, me avisas dónde están y cuando salgas, ella ya no te molestará —menciono.

Lo peor de todo es que en ese instante, sabía que aquella chica no lo molestaba, para nada, pero aún su sentido frívolo estaba siendo más fuerte.

—Bien, ya vete, tengo que acabar esto.
—Daniel te enviará una foto del auto en el que estaremos. —dijo Marcus, cogiendo de sus cosas mientras salía de la habitación.

El castaño se quedó mirando aquella puerta, apretando el lapicero que traía entre sus puños, tirandolo por alguna parte de la habitación, estaba seguro que el plan funcionaría pero solo si él lo hace.

Su sonrisa, era una de las armas apuntando hacia él, aunque ante ella hubieran miles, pero una sola bastaba para hacer mover todo un plan que podría costar una oportunidad.

     

Sour Romance » Bill SkarsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora