CAPÍTULO 3

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'Es otro trabajo más'

—¿Ya la viste? Qué bueno que llegó a nuestra hora de trabajo —sonrió con malicia uno de los muchachos que se encontraba en la habitación a lado de la ventana

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—¿Ya la viste? Qué bueno que llegó a nuestra hora de trabajo —sonrió con malicia uno de los muchachos que se encontraba en la habitación a lado de la ventana.

—Al parecer viene desde muy lejos, mirá todas esas maletas —rio el otro hombre bebiendo un poco de su botella de cerveza que traía en la mano.

—¿Qué hacen mirando a los nuevos? Pensé que ya se les había pasado la etapa hormonal —dijo Bill, perdiendo su cigarrillo mientras se acomodaba en la cama.

—No seas idiota, acércate —dijo uno de los chicos, estando los tres en la ventana, observando a aquella chica con maletas grandes —Desde aquí se puede percibir lo pura que es —volvio a reír.

—Hay muchas otras chicas aquí Marcus, ¿Porque ella? —pronuncio el castaño, alejándose de la ventana.

—¿Acaso no escuchaste a Tristán? Las chicas vírgenes valen mucho más ahora, aunque no me molestaría arriesgar mi dinero con ella.

—Dijimos que solo serían chicas fáciles, aquí hay cientos de ellas, ¿Para que hacer esfuerzos? —dijo Bill.

—El problema es que la mayoría de la facultad sabe nuestra reputación y nadie caería a no ser una nueva, tenemos oportunidad —hablo Marcus.

—Además de haberte acostado con media facultad, te da ventaja de que caiga más rápido... Tú sabes tus tácticas chico perfecto y nos hace ganar dinero... Gracias por eso pero dejanos algo a nosotros —dijo Daniel, acabando su tercera botella.

—Piensa, los que acaban de llegar son los becados, quien sabe lo que hayan dejado atrás, ¿No es mucho con eso? —replico Bill.

—¿Desde cuándo actúas como el bueno? —reprocho Marcus con aires de frustración.

—¿Baja tu tono quieres? Tengo que pasar este semestre al igual que ustedes y no estoy para hacer otro tipo de esfuerzo —dijo Bill, sacando el humo de su boca.

—Y también tienes deudas que pagar, Tristán solo nos esta dando tres meses para pagar al menos la mitad —hablo Marcus.

—No lo entiendo, tus padres tienen miles de empresas en esta maldita ciudad, ¿Porque no tomas algo? —dijo Daniel.

El castaño enojado y con la ira fluyendo en tan solo un segundo, tiró su cigarrillo hacia alguna parte de la habitación, caminando hacia Daniel, cogiéndolo de su camisa y empujándolo hacia la pared con gran fuerza que hizo que se cayeran algunos libros del estante ante el movimiento brutal. 

—¡Oye! Bill... No vayas a querer armar otro escándalo aquí... Pero piénsalo, tendremos el dinero tan solo por que esa chica aparenta inocencia... Ella podría ser la oportunidad para realizar la vida que queremos.

Bill dejo a aquél chico, que reprimiendo su enojo solo se limitó a acomodar su camisa, mientras que el otro solo camino hasta la puerta, pensando en lo que Marcus le dijo.

—Solo a ella, si quieren más dinero háganlo por su cuenta. —impuso el castaño.

—Ella es de nosotros tres, no lo olvides —dijo Marcus.

Por último, Bill salió de la habitación, enojado, sin embargo, si quería avanzar rápido lo haría desde ahora.

—¿Necesitas ayuda? —pregunto hacia la chica.

Una vez que volteó a verlo, tan solo pudo pensar en el futuro que aquella chica tendría al responderle una sencilla pregunta, Bill sabía cuál respuesta sería la más probable y ella tiene una salida ante todo esto pero que lamentablemente no está enterada.

Siendo su misma respuesta, la llave a un destino aún incierto.

—Si... Por favor...

~•~

Eran las doce de la noche y aún no podía conciliar el sueño, la reacción de Bill fue algo extraña o tal vez soy yo la que se está haciendo ideas en la cabeza y es solo su forma de expresión. 

No pude escuchar algo más aún estando de pie a lado de la puerta por quince minutos, aunque lo quise no pude lograrlo.

Ya había pasado una hora desde que me metí a la cama, me di por vencida y salí del cómodo colchón, me coloque mis zapatos, mi sudadera y un short, por lo menos aquí no hacía tanto frío, tal vez porque aún no llega el invierno en sí.

Fui hacia el campus, dónde solo los postes de luz iluminaban el camino, en unas horas tendría mi primera clase y yo estaba aquí, sin poder dormir. Camine y camine, sin darme cuenta que ya me encontraba a espaldas de la universidad.

Observe de lejos que había lo que parecía ser una pequeña cabaña y no era solo una, eran varias de ellas, está facultad era demasiado grande pero no sabía que tanto.  

—¡Págame ahora mismo! —escuche de repente, asustandome.

—Prometo pagarte mañana hermano, no tengo nada ahora, mis padres me darán el dinero mañana... Lo juro. —hablo otro chico.

El ruido provenía a las espaldas de una de esas pequeñas cabañas, sin hacer ruido, me escondí detrás de uno de los árboles, logrando ver solo una parte de la escena, un chico recostado en el piso, solo podía ver sus zapatos, otro hombre que tan solo observe su antebrazo y luego estaba él, Bill.

Un fuerte golpe se escuchó junto a una gemido de dolor, sin embargo, Bill no hacía nada más que mirar para sus costados.

—Si no veo el dinero mañana, estás jodido... Tú y tus malditos padres.

Aquello me hizo temblar, salí de mi escondite a pasos grandes pero no fue buena idea, las viejas hojas caídas de los árboles resonaron por mis pisadas y no hice más que correr al escucharlos hablar de nuevo.

—¡Sal de ahí! —exclamo una voz a mis espaldas.

Escuché pisadas detrás mío y el miedo me invadió, corrí, entrando al lugar, está vez no usuaria el ascensor, se demoraría demasiado y opte por las escaleras, ya no escuché sus pasos pero aún así fue deprisa hacia mi habitación, cerrando la puerta, esta vez sin hacer algún tipo de ruido.

Esto habría sido lo suficiente para que terminara cansada y con el corazón en la mano. ¿Quién era en verdad ese chico?

Sour Romance » Bill SkarsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora